martes, 28 de junio de 2011

Epílogo: el caballero medieval como adaptación


"El ideal es una flor cuyas raíces son las condiciones materiales de existencia" - Proudhon.

En la introducción decíamos que el comportamiento y los valores del caballero medieval adquieren sentido como adaptación a un determinado contexto ecológico, demográfico y tecnológico, pero tengo la impresión de que el trabajo ha terminado convirtiéndose en un relato casi literario sobre su vida cotidiana, con una breve introducción sobre las "condiciones materiales y culturales" donde no se percibe ninguna relación causal. En este artículo trataré de remediarlo.

En primer lugar, los hechos. El caballero medieval se distingue por su comportamiento agresivo (idealmente controlado), que tiene como finalidad obtener botín, gloria y oportunidades de matrimonio. Al mismo tiempo, el caballero tiende a ser pródigo con sus bienes, y gasta cuanto tiene con sus camaradas de armas y vasallos directos; valora el honor (es decir, la buena reputación, vinculada casi siempre al linaje), las virtudes cristianas y la justicia, que deberían plasmarse en la defensa de los débiles y la sumisión a la Iglesia.

En segundo lugar, la explicación, los por qués. La gran pregunta que debemos responder aquí es por qué los valores y el comportamiento de la caballería medieval triunfaron en la Europa occidental entre los siglos XI y XIII d. C., antes que en otros lugares y en otras épocas [1]. Al asignar diferentes grados de probabilidad a su aparición y éxito, la Historia se convierte en ciencia.

Dada la densidad demográfica y la tecnología de la Edad Media Plena, para las comunidades aldeanas era más rentable defender un territorio que huir de él. En un contexto demográfico menos denso, la respuesta ante agresiones externas podía haber consistido en desplazarse a otros territorios, con la idea de que éstos serían igual de productivos que los ocupados previamente. No obstante, en el siglo XI las áreas cultivables eran escasas en relación a la población, puesto que los medios técnicos tornaban inaccesible el cultivo de muchas zonas, al tiempo que debía mantenerse cerca de la mitad de las tierras en barbecho durante prolongados períodos de tiempo para recuperar su fertilidad. Como resultado, sólo podía cultivarse a la vez una fracción muy pequeña de las tierras, y los campesinos debían resistir a las agresiones externas si querían conservar su nivel de vida, pues no encontrarían parcelas de una fertilidad similar en otro lugar.

La necesidad de defensa frente a las agresiones externas, unido a las economías de escala derivadas de la aparición del estribo, dieron como resultado la aparición de una clase de caballeros equipados con armadura, que podían vencer a cualquier grupo de bandidos o campesinos armados. Así, las comunidades aldeanas tendieron a rendir homenaje a estos guerreros montados a cambio de protección; o bien, los propios caballeros tendieron a conquistar sus tierras y exigirles rentas a cambio del mismo servicio. Como era necesario poseer cerca de 150 hectáreas de tierra para costearse el equipo de caballero, pronto la presión sobre las tierras desembocó en conflictos armados entre señores; este es el origen de la guerra feudal. Así se explican también las aventuras de juventud, que alejaban del hogar familiar a los segundones que no se había podido colocar en el sacerdocio, al tiempo que, a causa de la elevada mortalidad derivada de la guerra, tendían a reducir el número de hijos que optaban a la herencia paterna -y, de ese modo, garantizaban la transferencia íntegra del patrimonio al primogénito. Por otro lado, las aventuras de juventud permitían adquirir prestigio y reputación, vitales para maximizar las oportunidades de matrimonio, extender las redes de alianzas y los pactos de vasallaje durante la vida adulta.

Los imperativos de la defensa y la adquisición de tierras, así como la exposición constante a los peligros de la guerra, incentivaban los comportamientos agresivos y el énfasis en valores como el honor, que tendía a disuadir enemigos y atraer vasallos y aliados. La largueza, los regalos constantes y el despilfarro (plasmado habitualmente en copiosos banquetes), al señalizar la capacidad de un caballero para obtener botín, indicaban su audacia militar y aumentaban su capacidad de atraer los servicios de otros caballeros, vasallos y aliados. Por último, el énfasis en las virtudes cristianas, al mitigar el abuso de los señores sobre sus vasallos, daba cierta seguridad a los campesinos y garantizaba la producción agraria, vital para la supervivencia de los linajes nobiliarios. [2]

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[1]: Al hacerlo también explicamos por qué otros espacios geográficos y otras épocas han dado individuos de características muy parecidas.

[2]: Esto guarda muchas similitudes con el origen de las vacas sagradas en la India; en ambos casos, se trata de proteger mediante la ideología un activo valioso a largo plazo que está muy expuesto a los abusos puntuales a corto plazo.

2 comentarios:

  1. Muy bueno esto. Justo estoy leyendo "Historia económica y social de la Edad Media" de Pirenne (supongo que ya lo leíste).

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  2. Gracias, Langlois.

    Sí, el libro de Pirenne es, en lo que conozco, uno de los mejores sobre el tema, aunque para la economía señorial en concreto conviene echarle un vistazo a Duby (las investigaciones han avanzado bastante desde entonces).

    Sobre el tema de la economía plenomedieval (y las estructuras en general), quizá te interese este post:

    http://societasmaris.blogspot.com/2011/06/el-caballero-medieval-i-estructuras.html

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