"El capitalismo, distinto de la economía de mercado, que es, para mí, testimonio esencial de mi larga investigación." - Fernand Braudel.
Los economistas suelen hablar del mercado como un "orden espontáneo" generado por la acción individual y descentralizada de millones de individuos que intercambian bienes y servicios (compran, venden, producen, etc.) sin necesidad de un órgano de planificación. Si prescindimos de las connotaciones "voluntaristas" del término (un mercado implica cooperación pacífica y voluntaria), podríamos extenderlo para explicar la aparición de otras instituciones no económicas, tal y como hicimos en El individualismo metodológico.
El capitalismo forma parte de esta última categoría. Renunciando por el momento a establecer una definición precisa, podríamos decir que se trata del sistema social (los marxistas dirían "modo de producción") donde: 1) una parte significativa de la producción se dedica al intercambio, lo que supone cierto desarrollo las actividades comerciales y bancarias; 2) las relaciones de producción están marcadas por el trabajo asalariado, y por tanto existe un porcentaje significativo de individuos desprovistos de bienes de capital; y 3) el factor dominante es el capital, lo que confiere mayor peso político a sus propietarios, relativamente concentrados.
Marx (y tras él, Wallenstein) creía que su origen había que buscarlo en el siglo XVI; Braudel lo retrotraía al siglo XIII, época del imperio veneciano. En cualquier caso, creo que el capitalismo debería estudiarse a la luz del historiador antes que del economista: es el resultado de la interacción de diferentes grupos que, tratando de perpetuar o extender sus prerrogativas, dieron lugar a un orden social no previsto por ellos mismos. Sería interesante investigar cómo los monarcas medievales y modernos concedían privilegios a sus ciudades, gremios o comerciantes a cambio de subsidios; cómo Inglaterra elevó los aranceles a la exportación de lanas para financiar la Guerra de los Cien años; cómo se expropió a los monasterios y comunales para engrosar el fisco; o cómo los prestamistas e intermediarios obtenían privilegios a cambio de sus servicios (los genoveses de España, los venecianos de Bizancio y el Imperio turco, los lyoneses de Francia, etc.).
Este proceso ("de tiempo largo", como diría Braudel) supera el ámbito económico: implica intercambios políticos entre diversos grupos, donde unos obtienen obediencia a cambio de promoción social, beneficios a largo plazo a cambio de subsidios a corto plazo, etc. El resultado final es la aparición de nuevas relaciones de producción, nuevos Estados (los Estados-nación) y nuevas formas de pensamiento; es decir, el capitalismo en toda su extensión.
En este pequeño espacio es difícil hacer un análisis riguroso -mis conocimientos tampoco me lo permitirían-, pero sería deseable olvidar aquellas perspectivas tradicionales que, desde el marxismo o el liberalismo, contemplan el capitalismo como el producto de la lucha de clases o del "orden espontáneo" del mercado, respectivamente.
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tecn...
Hace 9 años
Saludos Víctor!
ResponderEliminarAsí, a modo de continuar la reflexión: ¿hasta dónde sería prudente, según tu opinión, hacer énfasis en el uso de la coerción como uno de los procesos (históricos) determinates del predominio del capitalismo como sistema social?
Hola Laborradura, perdona la tardanza; te respondí hace ya varios días, pero por alguna razón no se ha publicado...
ResponderEliminarTu pregunta es tan buena como difícil de responder ;). No sé hasta qué punto se puede cuantificar el papel de la coerción en la aparición del capitalismo (en algunos puntos sí puede hacerse, pero de otros carecemos de datos o se trata de cuestiones poco mesurables), pero en cualquier caso me parece interesante integrar ese factor en una explicación global y "de tiempo largo".
El clima o el progreso tecnológico, al aumentar el excedente agrícola y la densidad de población, son factores que históricamente han promovido algunos rasgos asociados al capitalismo, como el desarrollo de los intercambios, la intermediación comercial o la banca. Pero sin un proceso de intercambio político de largo alcance (donde intervienen el Estado y distintos grupos sociales, a veces contrapuestos) veo difícil entender la esencial del asunto: el divorcio entre trabajo y capital, la generalización del trabajo asalariado, la aparición de los Estados-nación, etc.
Las perspectivas demasiado economicistas (marxistas y liberales) tienden a obviar estas cuestiones, más los segundos que los primeros.
Un saludo.