tag:blogger.com,1999:blog-2737808540745257742024-03-12T18:41:58.681-07:00Societas marisHistoire totaleVíctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.comBlogger47125tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-10691754756687594002013-04-05T04:39:00.000-07:002013-04-05T04:39:36.330-07:00La guerra en un contexto de descenso demográfico<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.richard111.com/Battle%20of%20Tewkesbury.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="120" src="http://www.richard111.com/Battle%20of%20Tewkesbury.JPG" width="200" /></a></div>
Hemos comentado en <i><a href="http://societasmaris.blogspot.com.es/2011/04/el-valor-economico-de-la-tierra-y-las.html">alguna ocasión</a></i> que la guerra aparece históricamente asociada al crecimiento demográfico. La expansión de la población da lugar a conflictos entre comunidades por el control de los recursos, lo que sirven tanto para limitar la natalidad dentro de cada comunidad (a través de métodos anticonceptivos, infanticio, etc.) como para mantener a las comunidades lo suficientemente alejadas entre sí, de forma que conserven un área de explotación lo suficientemente grande para su sustento. Esta explicación se ajusta bastante bien al caso de los machiguenga de la selva amazónica y a los casos registrados de diferentes sociedades protohistóricas (egipcios predinásticos, celtas, griegos de la Edad Oscura, etc.).<br />
<br />
Sin embargo, bajo determinadas circunstancias sucede lo contrario: la guerra puede recrudecerse a causa de un descenso demográfico. Como comentan Michel Balard y otros, la depresión demográfica de los siglos XIV y XV en Europa, con la consiguiente reducción de las rentas, presionaron a los señores feudales a buscar nuevas fuentes de ingresos a través de la guerra (la negrita es mía):<br />
<blockquote class="tr_bq">
Las rentas de la aristocracia terrateniente disminuyeron de año en año. Para compensar esta disminución, los nobles y todos <b>los que vivían de las rentas de la tierra buscan otras fuentes de ingresos, como por ejemplo el bandidaje</b> que, en estos tiempos turbulentos, suponía pocos riesgos; hay ejemplos famosos, en Francia e Inglaterra, de nobles bandidos (los Folville, por ejemplo), pero más graves eran <b>las usurpaciones sistemáticas de las propiedades ajenas</b> que solían llevar a cabo muchos señores propietarios de tierras.</blockquote>
De esta fecha datan, por cierto, numerosas guerras civiles entre diferentes sectores de la nobleza y la monarquía.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-38236827974893002272013-03-25T14:19:00.001-07:002013-03-25T14:23:24.005-07:00Modelo de colonización y transición democrática en África<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://historymad.stmaryscollegehull.co.uk/TempPages/empire/britannia.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://historymad.stmaryscollegehull.co.uk/TempPages/empire/britannia.jpg" width="122" /></a></div>
Interesante reflexión de Ángel Pérez en <i>Consolidación democrática en África subsahariana</i> (la negrita es mía):<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
Respecto a franceses y británicos, su presencia fue determinante a los efectos que hoy y aquí nos interesan. Los franceses practicaron lo que ha venido a denominarse asimilación, esto es, la extensión de sus instituciones y formas a los territorios africanos. <b>Los británicos</b>, sin embargo, <b>practicaron desde un principio un sistema de gobierno indirecto, que permitió luego admitir con facilidad el autogobierno</b>. Hubo un <b>intento consciente por equilibrar la administración colonial y la tradicional autoridad de jefes, clanes y tribus, introduciendo prácticas democráticas</b> en consejos de distrito y ayuntamientos. Hemos planteado en la hipótesis un axioma importante, la democratización como fenómeno más probable en sociedades cuyas estructuras previas gozaban de legitimidad.</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
La colonización británica permitió mantener esa ficción de legitimidad que se había perdido, por el contrario, en los territorios de colonización francesa. El resultado es que los <b>estados de colonización anglosajona muestran mayor estabilidad y mejores condiciones para la consolidación democrática</b>. Es el caso de Zambia, Namibia, República Sudafricana, Botswana, Zimbabwe o Tanzania. Incluso la antigua Somalia británica, Somaliland. Si bien Somalia es un Estado sumido en el caos, dentro de ella se han desarrollado subestructuras de poder más o menos inestables y que carecen de reconocimiento internacional.</blockquote>
Más adelante, continúa:<br />
<blockquote class="tr_bq">
En los estados de colonización francesa la adopción del sistema republicano<br />
y presidencial ha consolidado ejecutivos demasiado independientes y prácticas de poder<br />
más cercanas a las propias de un rey que al de un jefe de Estado democrático.</blockquote>
Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-48914115474988037252013-03-24T04:31:00.005-07:002013-03-24T04:39:33.316-07:00Instituciones y subdesarrollo: el caso de Guinea Ecuatorial<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQMO_VA4CrrFlQLk07v4XE4ZVq6olCSk5Av8LSoo2wBtpMFyHEP8ebC1kEaZrUw5K5uL3Z-PO0XSERN5vHk5P9UZEExckqwRakvP2dXYJEwaaWNIANd3BiAwWsyqUN7QQK6Yd9YbeZbws/s1600/Barrio_de_Guinea_Ecuatorial.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQMO_VA4CrrFlQLk07v4XE4ZVq6olCSk5Av8LSoo2wBtpMFyHEP8ebC1kEaZrUw5K5uL3Z-PO0XSERN5vHk5P9UZEExckqwRakvP2dXYJEwaaWNIANd3BiAwWsyqUN7QQK6Yd9YbeZbws/s200/Barrio_de_Guinea_Ecuatorial.jpg" width="200" /></a></div>
Guinea Ecuatorial es un buen ejemplo de cómo las instituciones pueden inhibir el desarrollo económico.<br />
<br />
Esta pequeña república situada en el área centro-occidental de África está presidida por Teodoro Obiang, un dictador que utiliza el aparato del Estado para repartir beneficios entre familiares y amigos: su hijo es consejero del ministro de Deportes y presidente del club de fútbol <i>The Panthers</i>; su hija, directora adjunta del Banco Central de África Occidental (BEAC). La estrategia del Estado guineano es similar a la de muchos regímenes preindustriales: el dictador confía en sus familiares los puestos clave de la administración para garantizar su fidelidad, al tiempo que emplea el poder judicial (totalmente subordinado al ejecutivo) para capturar rentas con las que comprar la fidelidad de los caciques locales. Por si fuera poco, las reservas petrolíferas del país proporcionan a la dictadura todos los recursos que necesita, desalentando la introducción de reformas económicas que proporcionarían ingresos fiscales alternativos. Como consecuencia, los derechos de propiedad son completamente inseguros para la mayoría de la población, que no puede aventurarse en formas de contratación complejas sin temer que los beneficios sean capturados por las élites afines al poder.<br />
<br />
Como el Imperio español, Guinea está atrapada entre la riqueza de materias primas y la necesidad de comprar con privilegios la estabilidad de la coalición dominante. <br />
<br />
<a href="http://politica.elpais.com/politica/2013/03/22/actualidad/1363976497_597498.html"><i>El País</i></a> publica hoy un reportaje que ilustra con casos muy concretos las pinceladas que acabamos de dar. Por ejemplo, la interminable cadena de sobornos sirve para erigir barreras en el mercado y elevar las rentas de los caciques locales que participan en él a título privilegiado. Como narra un empresario español:<br />
<blockquote class="tr_bq">
En el aeropuerto te das cuenta de que tienes que pagar por todo: al comisario para que te selle el pasaporte, al de seguridad nacional para el visado de salida, al fiscal general, al que tenían en nómina, para los permisos. Una cadena que no termina nunca. ¡Pero si no hemos empezado a trabajar!, les decía yo.</blockquote>
Cuando este mismo empresario se opuso a pagar comisiones ilegales, le amenazaron con usar el poder judicial contra él:<br />
<blockquote class="tr_bq">
Falló que no quisimos pagar más dinero a la gente de Ruslan. Te estrangulan económicamente y se buscan a otro. Y se quedan con todo, con toda la inversión que has dejado allí. Al final, cuando nos oponíamos a algo te decían: <b>¿qué quieres, que te denuncie por violación? ¿Quieres ir a la cárcel?</b> Nos lo dijeron muchas veces y tuvimos verdadero pánico. El socio que se estableció en Malabo se tuvo que marchar. Yo pensaba: pero ¿dónde nos hemos metido? ¿A quién reclamo? La corrupción es total, es brutal.</blockquote>
En otros casos, el régimen obliga a los empresarios extranjeros a tomar a caciques locales como socios, que finalmente terminan capturando todas las rentas del proyecto a través de comisiones ilegales, amenazas o expropiaciones abiertas:<br />
<blockquote class="tr_bq">
Nos obligaron a tener de socio local al ministro de bosques. Teodorín (el hijo y sucesor de Obiang) era entonces su consejero y ya estaba metido en el negocio de la madera. Mi socio trató con él y le dieron todas las facilidades, por supuesto después de pagar comisiones por todos lados. Nos cedieron un terreno de seis hectáreas a cuatro kilómetros de Malabo. Trasladamos la maquinaria: bulldozers, camiones, cortadoras, secadoras. Llevamos a cuatro técnicos para formar allí a los obreros guineanos, más de cuarenta hombres. Casi dos años de trabajo para levantar el aserradero y no pudimos exportar ni la primera remesa. Cuando estuvo el almacén lleno comenzaron los problemas, las pegas, la falta de permisos. No entendíamos nada. Logramos sacar cuatro contenedores sobornando a gente del puerto. A mi socio le dijeron que o se iba o le metían en la cárcel, pero decidió quedarse. </blockquote>
Para forzarle a abandonar sus instalaciones, fue encerrado en la cárcel de Black Beach, sin comida, pisando sus propias heces y con malaria. Finalmente todo pasaría a manos de socios locales de los inversores extranjeros.<br />
<blockquote class="tr_bq">
<b>Cuando llevas la maquinaria empiezan los problemas. Te ponen toda clase de pegas para que te vayas y se quedan con todo. Si no aceptas, sabes que acabas en la cárcel de Black Beach</b>. Luego celebran un ajunta y dien que su socio español se ha marchado del país. La gente se va por miedo.</blockquote>
Estos casos ilustran el papel clave que juegan las instituciones en el desarrollo económico. Al elevar la inseguridad jurídica y los costes de transacción, Obiang no sólo captura rentas a costa de los inversores extranjeros sino de la gran mayoría de guineanos, que en otro caso prosperarían desde sus negocios precarios y casi autosuficientes actuales hasta formas de organización y contratación complejas que erosionarían las rentas de la clase dominante (que incluye, por cierto, a algunos empresarios extranjeros que sí se han amoldado al régimen).<br />
<br />
Este caso demuestra, por cierto, que el subdesarrollo es principalmente una cuestión endógena, aunque en otros casos el colonialismo encubierto puede jugar un papel importante.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-58866013434534838542013-03-10T07:48:00.000-07:002013-03-10T07:52:16.726-07:00¿Son las instituciones la clave para el desarrollo económico?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.aularagon.org/files/espa/ON_Line/Historia/CMLG12EdadContem/seat_600.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://www.aularagon.org/files/espa/ON_Line/Historia/CMLG12EdadContem/seat_600.jpg" width="146" /></a></div>
En este blog hemos seguido la perspectiva de Douglass C. North acerca del papel de las instituciones a la hora de promover la aparición de intercambios complejos, acumulaciones de capital e incrementos en la productividad del trabajo de forma sostenible, que serían la base del crecimiento económico a largo plazo. Si bien esta tesis parece plausible lógica e históricamente, necesitaba de cierta base empírica. Edward Glaeser, Rafael La Porta y Florencio López de Silanes proporcionan esa base empírica en <i><a href="http://www.oshit.info/pdf/vary/8.pdf">Do Institutions Cause Growht?</a> </i>Os pego un fragmento de sus conclusiones (la negrita es mía):<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
Finally, the <b>evidence shows a strong correlation between
economic growth over a period and the average assessments of institucional quality
over that period, including constraints on the executive, risk of
expropriation, government effectiveness, and autocracy</b>. In contrast, there is
no relationship between growth and constitucional measures of institutions,
such as judicial independence, constitucional review, plurality, and proporcional
representation. The contrast between the institucional outcome variables used
in the growth literature, and the constitucional constraints on government, is
striking.</blockquote>
Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-2315815237915133342013-01-21T04:48:00.002-08:002013-01-21T05:10:50.112-08:00La supremacía masculina<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://nebelvonavalon.de/500kelt/paar.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://nebelvonavalon.de/500kelt/paar.jpg" width="128" /></a></div>
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El debate acerca de la supremacía masculina está presidido por un hecho incuestionable: el hombre ha dominado sobre la mujer de forma abrumadora en los últimos cinco mil años (desde que existe registro escrito). </div>
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<br /></div>
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Hobbes consideraba que hombres y mujeres solo se hacen desiguales por la ley; no obstante, en tal caso habría que explicar por qué los hombres, partiendo de una situación de igualdad, consiguen sobreponerse a las mujeres y emplear la ley para dominarlas. </div>
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<br /></div>
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El antropólogo Evans-Pritchard sostenía que la desigualdad de género estaba ligada a la desigualdad social en general: las sociedades más estratificadas tendían a conceder más poder al hombre sobre la mujer, mientras que las sociedades más igualitarias a nivel político/económico tendían a mostrar relaciones de género también más igualitarias. Sin embargo, existen excepciones muy importantes a este modelo: tribus igualitarias como los machiguenga (Amazonas peruano) oprimen y maltratan a sus mujeres; los atenienses clásicos (también relativamente igualitarios), recluían a sus mujeres en una estancia de la casa, y su existencia era tan miserable que solía decirse que, "para una mujer griega, un mal marido es peor que la muerte"; lo mismo sucedía en la Norteamérica de los siglos XVIII-XIX, considerablemente igualitaria pero brutalmente machista.</div>
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<br /></div>
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Así pues, ¿cómo explicar la supremacía masculina en tantas sociedades a lo largo de la historia? En primer lugar, debemos reconocer que hombres y mujeres no son iguales por naturaleza (lo que tampoco implica relaciones de superioridad <i>per se</i>). Los hombres son de media un 6% más altos que las mujeres, lo que implica, también de media, un 6% más de masa muscular. Eso significa que somos un 6% mejores para combatir o para remover la tierra con arados, una diferencia crucial en determinados contextos.</div>
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Para una sociedad preindustrial que vive azotada por la escasez, remover la tierra con un 6% más de efectividad supone cosechas más abundantes y más tierras cultivables; es decir, menos mortalidad por hambruna. Dado que carecen de métodos anticonceptivos y no pueden mantener a todos los niños que nacen, estas sociedades se ven obligadas a elegir qué niños sobreviven y cuáles mueren. Como los hombres son vitales para trabajar el arado, tienden a practicar el infanticidio femenino, lo que da como resultado un porcentaje de hombres mayor que el de mujeres al llegar a la edad adulta. Así, nos encontramos con sociedades donde hay más hombres que mujeres, donde se prefiere el nacimiento de hijos varones y donde las hijas son percibidas como una carga por sus familias *. Por si fuera poco, el varón tiene el control sobre la parte más vital de la subsistencia familiar: el fruto de su arado.</div>
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<br /></div>
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Además, como decíamos, más masa muscular implica más fuerza para combatir. Cuando la guerra es endémica (con frecuencia a causa de la presión sobre los recursos), las sociedades incapaces de defenderse son expulsadas de sus tierras, bosques o pastos y forzadas a emigrar hacia zonas marginales o a trabajar como siervos para los invasores. En esa tesitura, los grupos tienen que tomarse en serio su defensa: como en el caso anterior, deben practicar el infanticidio femenino para obtener un mayor ratio de hombres sobre mujeres y adiestrar a sus hijos varones en la guerra. Por si fuera poco, estas sociedades guerreras entregan las armas a los varones y premian en ellos los comportamientos agresivos y temerarios. Los hombres que serían castigados con la cárcel en una sociedad moderna son premiados aquí con banquetes y concubinas, lo que hace más probable y más permisible el maltrato de género.</div>
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Así pues, la supremacía masculina aparece cuando proporciona una ventaja cultural: más y mejores cultivadores y más y mejores guerreros. En sociedades donde la guerra y el arado están ausentes, como entre ciertos cazadores-recolectores (por ejemplo, los ¡kung de Botsuana), los hombres son incapaces de dominar a las mujeres. Lo mismo sucede donde el cultivo de la tierra no requiere de tanta fuerza muscular (por ejemplo, donde se cultiva mediante técnicas de tala y quema, o mediante tecnología industrial) o donde la guerra ha perdido su carácter de cuerpo a cuerpo (como en las sociedades postindustriales modernas). La protohistoria de la península ibérica proporciona un ejemplo significativo: los galaicos, cuyas mujeres gozaban de un rango social respetable, practicaban la agricultura de tala y quema, mientras que los íberos, que cultivaban con arados, eran una sociedad marcadamente patriarcal.</div>
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<br /></div>
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La buena noticia en todo esto es que, si bien los hombres han dominado sobre las mujeres porque existía una ventaja en ello, tal ventaja ha desaparecido. En la actualidad la inteligencia es abrumadoramente más crucial que la masa muscular, de modo que existe una ventaja cultural en incorporar a la mujer, en pie de igualdad, en los trabajos productivos y militares.<br />
<br />
<br />
----------------<br />
<br />
* Las mujeres son percibidas como una carga, pero es indudable que también realizan actividades importantes: tejen los vestidos para uso de la familia, crían a los hijos, cuidan de los animales domésticos y en ocasiones cultivan los huertos cercanos.</div>
Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-1015333885987185502012-11-08T04:11:00.001-08:002012-11-13T04:45:35.722-08:00La Corona y la economía española en el siglo XVI<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/_TH91MeN_gH0/SvHulUNnuSI/AAAAAAAAEUQ/3cxc3oTe7B0/Grabado-Sevilla_XVI.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="173" src="http://4.bp.blogspot.com/_TH91MeN_gH0/SvHulUNnuSI/AAAAAAAAEUQ/3cxc3oTe7B0/Grabado-Sevilla_XVI.JPG" width="200" /></a></div>
Hace un par de años escribí un trabajo sobre las consecuencias del descubrimiento de América en la economía española. El hilo giraba inicialmente en torno a las remesas de oro y plata, que distorsionaron de forma decisiva la estructura productiva, pero terminó convirtiéndose en un trabajo global, con especial énfasis en la intervención de la Corona en la economía (sin la cual, las remesas indianas nunca hubieran sido tan perniciosas).<br />
<br />
En esta entrada me gustaría mostrar cómo la intervención arbitraria generó incertidumbre, elevó los costes de transacción e inhibió el desarrollo de sectores económicos avanzados. Los dos ejemplos que he escogido son el mercado de capitales de Sevilla y la industria de la seda (muy importante en Granada y Valencia, por herencia musulmana).<br />
<br />
<br />
<b>A) El mercado de capitales de Sevilla</b><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';"><br /></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';"><br /></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';">La llegada continua a Sevilla de cargamentos de oro y plata con
destino a pagos de particulares y de la Corona incentivó la creación de una suerte de "mercado de
valores", si bien nunca llamado así, como sucedió en Amberes, Amsterdam o Londres. Se ubicaba en Gradas, al aire libre,
en un flanco de la catedral; allí acudían todos los mercaderes interesados en
los tratos de giros y asientos [1]. Por su naturaleza, estas operaciones financieras requerían un marco institucional estable que garantizara el cumplimiento de los contratos y la seguridad de los títulos de propiedad a largo plazo. Sin embargo, las actividades de la Corona iban en la dirección opuesta: la expropiación de cargamentos (habitualmente compensada por la entrega de títulos de deuda a largo plazo, <i>juros</i>) y las sucesivas bancarrotas de la monarquía desalentaron las formas de contratación e inversión más complejas, dado que todo derecho de propiedad era inseguro en un horizonte temporal muy corto. </span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman";"><br /></span>
<span style="font-family: "Times New Roman";">Pocos eran los hombres de negocios que, con varios años de experiencia, no
habían experimentado situaciones comprometidas, de modo que, para atenuar riesgos, los comerciantes tendieron a desinvertir en las finanzas y refugiar sus capitales en la agricultura, donde las posibilidades de expropiación era menores. Así, la inestabilidad institucional inhibió la contratación compleja y la acumulación de capital en las finanzas, que en otro caso hubiera podido financiar el desarrollo comercial e industrial.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman";"><br /></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';">En contraste con el caso español, en Inglaterra el mercado de capitales se desarrolló rápidamente después de las revoluciones de mediados del siglo XVII. El nuevo marco institucional, basado en la supremacía parlamentaria, el control de los estamentos sobre las finanzas, la independencia del poder judicial (al menos en relación a la Corona) y la supremacía de la <i>common law </i>aumentó la seguridad de los derechos de propiedad y redujo los costes de transacción. El Estado se volvió más solvente y pudo acceder a un nivel de fondos sin precedentes, surgieron multitud de nuevos bancos (incluido el Banco de Inglaterra en 1694, con el objeto inicial de intermediar en la deuda pública) y los tipos sobre el crédito público y privado bajaron.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman";"><br /></span>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman";"><b>B) La industria de la seda</b></span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman";"><b><br /></b></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';"><br /></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';">La industria de la seda era, sin duda, la
más prometedora de cuantas había en España a inicios del siglo XVI. Se trataba
de una herencia musulmana, bien afincada en Valencia y en el recientemente conquistado reino
nazarí de Granada, pero también en Toledo, Talavera de la Reina, Almería,
Málaga y Murcia. </span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';"><span style="font-family: "Times New Roman";"><br /></span></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';"><span style="font-family: "Times New Roman";">Los Reyes Católicos respetaron inicialmente esta tradición, prohibiendo en 1500 la entrada en el
reino de seda en madejas, en hilo y en capullos. Siguiendo una progresión que había empezado antes de las medidas proteccionistas, las exportaciones crecieron a buen ritmo a inicios de
siglo, contando con mercados en Flandes, Francia, norte de África e incluso
Italia. La afluencia de metales preciosos, al elevar los costes de
producción y disminuir el tipo de cambio, pudo atenuar la fuerza exportadora de
aquella industria, pero no la detuvo. </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';">Hacia 1540 se encontraba en su punto
álgido: por entonces, en Granada se labraba, se vendía y se exportaba más que
nunca. </span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';"><br /></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';">La industria se organizaba de la siguiente forma. En primer lugar, las familias moriscas elaboraban elaboraban la materia prima y vendían las madejas a comerciantes-empresarios. Estos proporcionaban la materia prima y arrendaban (o vendían) casas y telares a los tejedores, que trabajaban por encargo y devolvían a fecha fija el producto acabado, que era vendido a cuenta y riesgo del comerciante. </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';">Se trataba del célebre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Verlagssystem</i>
o sistema de industria a domicilio. </span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';"><br /></span>
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';">Sin embargo, todo el sistema había entrado en decadencia hacia 1575, como nos informan los procuradores de Granada: por entonces los telares están inactivos; la demanda extranjera, en crisis, etc. Las leyes suntuarias, promulgadas reiteradamente en 1494, 1534 y 1586, por un lado, limitaron la demanda interior, al tiempo que la Inquisición desplegó una enorme actividad durante la década posterior a 1550, cuando se confiscaron las propiedades de muchos judíos y moriscos. </span><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman';">Además, se promulgó una pragmática
sobre la exportación de géneros de seda, y los impuestos sobre la seda
granadina aumentaron enormemente después de 1561.</span><br />
<br />
<br />
<b>C) Conclusión</b><br />
<br />
<br />
Cuando los costes de transacción son elevados debido a la inestabilidad institucional, los contratos tienden a simplificarse y a limitarse tanto espacial como temporalmente. De ese modo, la productividad del trabajo y los beneficios empresariales decrecen, pero a su vez los riesgos de pérdida son menores. En relación con esto, se acentúa el predominio del sector primario, donde las actividades son poco intensivas en tiempo y en capital, mientras que los sectores secundario y terciario son condenados a la marginalidad salvo para las actividades directamente vinculadas con el Estado.<br />
<br />
En esa tesitura, el comportamiento de los comerciantes sevillanos o de los tejedores granadinos nos aparece como perfectamente racional: adaptaron sus actividades económicas para minimizar las pérdidas, aún cuando eso supusiera abandonar actividades más productivas para ellos y para la economía en general. Como consecuencia de la inestabilidad y la consiguiente desinversión, España se convirtió en una región subdesarrollada, donde los empleos más codiciados se situaban en la esfera no productiva: el ejército, la Iglesia y el funcionariado.<br />
<br />
--------------<br />
<br />
[1]: Un asiento consiste en un préstamo a gran escala entre la Corona y banqueros particulares, hasta cierto punto equiparable a una suerte de deuda pública a corto plazo. Como las sumas eran considerables, habitualmente tomaban parte muchos negociantes en el mismo préstamo. Los contratos de asiento fueron uno de los principales motivos para formar la bolsa de Sevilla, pero la expropiación de cargamentos y las bancarrotas de la Corona compensarían con mucho esa primera tendencia.</div>
<div style="mso-element: footnote-list;">
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<!--EndFragment-->Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-72451516035885819172012-04-17T05:23:00.012-07:002012-11-13T04:46:21.308-08:00Formas de intercambio y desarrollo económico: la perspectiva de Douglass C. North<a href="http://historywallcharts.eu/resources/uploads/thumbs/_DSF1157-Edit__685x0__.jpg"><img alt="" border="0" src="http://historywallcharts.eu/resources/uploads/thumbs/_DSF1157-Edit__685x0__.jpg" style="cursor: pointer; float: left; height: 161px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 218px;" /></a><br />
Douglass C. North, premio Nobel de economía en 1993, es uno de los historiadores económicos más innovadores de las últimas décadas. Su énfasis en el papel de las instituciones (formales e informales) a la hora de disminuir los costes de transacción y promover los intercambios complejos ha dado un giro copernicano a las teorías sobre desarrollo económico.<br />
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Habitualmente, un intercambio implica asimetría de información: la parte proveedora conoce mejor las características de su mercancía que la parte compradora, de modo que puede ocultar parte de las mismas para obtener beneficios fraudulentos a costa del comprador (p. ej., defectos ocultos de un vehículo usado). Obtener toda la información relevante sobre los bienes o servicios a contratar es costoso, como también lo es medir y vigilar el trabajo de un proveedor (otra empresa, empleados, etc.) para evitar comportamientos oportunistas. El coste de obtener tal información, negociar los contratos y hacerlos cumplir se llama <span style="font-weight: bold;">coste de transacción</span>. Aunque éste no puede eliminarse por completo de ninguna relación contractual, sí puede reducirse mediante limitaciones formales (leyes, constituciones, tribunales, etc.) e informales (códigos de conducta, valores, etc.) que castiguen a los oportunistas y promuevan el cumpliemiento de los contratos.<br />
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Douglass C. North sostiene que los intercambios tienden a adaptarse (contraerse o expandirse, hacerse más sencillos o complejos) en función de la magnitud del coste de transacción.<br />
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Una primera forma han sido los <span style="font-weight: bold;">intercambios personales </span>y sencillos, que se realizan en un ámbito espacial y temporal reducido; implican siempre a los mismos actores, que generalmente se conocen (homogeneidad cultural), y las características de los bienes intercambiados tienden a ser fácilmente medibles. En este contexto, los contratos se cumplen sin necesidad de coacción, sea por una de las partes o de una tercera (habitualmente, el Estado). Para evitar el oportunismo y el fraude, los actores tratan de repetir los intercambios con las mismas personas, o llevar al mercado únicamente bienes con características fáciles de medir (donde los problemas de información asimétrica entre comprador y vendedor son menores). Las sociedades tribales o la economía de aldea en la Edad Media serían buenos ejemplos de ello. En ellas, los costes de transacción son bajos, pero dado que la especialización y la división del trabajo son rudimentarios, los costes de transformación son muy altos.<br />
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Una segunda forma han sido los <span style="font-weight: bold;">intercambios impersonales no garantizados por una tercera parte</span>. Cuando los intercambios crecen en complejidad, las partes buscan reducir los costes de transacción (riesgo de oportunismo, fraude, etc.) mediante vínculos de parentesco, intercambio de rehenes, códigos de conducta comercial y otro tipo de lazos. Frecuentemente, el intercambio se realiza en un contexto de rituales complejos y de preceptos religiosos que deben obligar (idealmente) a las partes. Ejemplos de ello son las asociaciones comerciales de la Edad Media o los viajes <span style="font-style: italic;">kula</span> de los indígenas de las islas Trobriand. Aunque este sistema permite cierta extensión de los contratos en el espacio y el tiempo y, por tanto, promueve cierta división del trabajo y alguna disminución en los costes de transformación (aumento de la productividad), los intercambios siguen realizándose entre grupos localizados que sólo pueden obligarse mutuamente mediante el ostracismo, el arbitraje basado en el parentesco, la amenaza sobre los rehenes de la otra parte, etc. El coste de transacción sigue siendo elevado.<br />
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Finalmente, las economías desarrolladas se mueven en un contexto <span style="font-weight: bold;">intercambios impersonales garantizados por una tercera parte </span>(o de cumplimiento obligatorio), donde el Estado vela por los derechos de propiedad, garantiza el cumplimiento de los contratos, persigue y castiga a los oportunistas, etc. Aunque este cumplimiento nunca es perfecto, permite llevar a cabo contratos más complejos que implican altos costes de transacción. Así, incentiva el ahorro y la inversión a largo plazo y los contratos diferidos en el tiempo y el espacio. Se desarrolla la división del trabajo, los costes de transformación disminuyen y la productividad del trabajo aumenta. Un ejemplo típico de esta forma de intercambio son las economías del Primer Mundo, donde toman parte individuos de culturas, religiones y características muy diferentes.<br />
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Sin embargo, la existencia de una tercera parte no es sinónimo de desarrollo económico. De hecho, el Estado es con frecuencia un obstáculo importante. La confiscación arbitraria de propiedades, la manipulación de la justicia o la inflación legislativa en respuesta a grupos de presión organizados inhiben el desarrollo de la economía, que tiende entonces a las dos primeras formas de intercambio. Así, los individuos se adaptan para minimizar los riesgos asociados con la información asimétrica, el oportunismo, etc. Ejemplos de ello son las economías del Tercer Mundo, o la evolución de la economía española entre los siglos XVI y XVII. El subdesarrollo es un resultado muy probable cuando el marco institucional promueve que los individuos inviertan en actividades no productivas (en especial, inversiones en influencia política para obtener rentas, redistribución a costa de otros individuos, etc.). Y los incentivos para tales inversiones no productivas aumentan conforme se expande la regulación estatal.<br />
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Por cierto, este esquema de Douglass C. North es complementario al de <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Polanyi#La_econom.C3.ADa_incrustada">Karl Polanyi</a>, sobre el que hablaremos algún día.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-77118651481135728032012-03-23T05:24:00.015-07:002012-11-13T04:42:30.667-08:00Las bases del Imperio carolingio<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNIP6S5lOH_xffcph9koWvnAKXkYzTZCRjsmiq-ZbC3I2-mW_yl8xzDEZXQ4b0kJ0FjrTp8C4t9tABm1g47L0xt40Rk6yHA4NQjbSZVCjauiGAx-UbLR7S945yxnSBV9JwFYHhDGCw6UGz/s1600/carolingios.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5723084687684779938" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNIP6S5lOH_xffcph9koWvnAKXkYzTZCRjsmiq-ZbC3I2-mW_yl8xzDEZXQ4b0kJ0FjrTp8C4t9tABm1g47L0xt40Rk6yHA4NQjbSZVCjauiGAx-UbLR7S945yxnSBV9JwFYHhDGCw6UGz/s320/carolingios.jpg" style="cursor: pointer; float: left; height: 145px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 201px;" /></a><br />
El Imperio carolingio, vigente desde la segunda mitad del siglo VIII hasta la primera mitad del IX, aparece como una excepción notable en la historia de la Edad Media.<br />
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Desde el siglo III era evidente en toda Europa occidental una depresión demográfica y económica, que en última instancia desencadenó la quiebra del Imperio romano. Como hemos visto en otros posts, éste se disolvió en una serie de poderes locales (obispados, aristocracias romano-germánicas, etc.), formalmente culminados por las nuevas monarquías de origen bárbaro (visigodos, anglosajones, francos, etc.).<br />
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La depresión demográfica, la autarquía económica y la consiguiente preeminencia de la propiedad inmobiliaria brindaban pocas opciones de expansión a las monarquías centrales. Sus resultados obvios eran la descentralización política y la protofeudalización. Sólo a partir del siglo XI, coincidiendo con una nueva coyuntura demográfica y económica, empezará una lenta consolidación basada en las economías militares de escala y en la alianza entre ciudades y monarquía (lo que permitía a esta última obtener ingresos líquidos a cambio de privilegios comerciales). La culminación de este proceso son las monarquías autoritarias y absolutas de la Edad Moderna.<br />
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Así pues, la emergencia del Imperio carolingio en el siglo VIII parece una excepción inexplicable. ¿Cuáles son sus bases estructurales?<br />
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A nivel político, está formado por unos 300 condados elegidos y revocables por el emperador, así como varias marcas en los territorios fronterizos (Hispania, Sajonia, Panonia, Bretaña). Cada región conserva sus propias leyes, y los impuestos directos de época romana han desaparecido casi completamente. El emperador sólo obtenía ingresos de las rentas de sus dominios (tierras fiscales), de las multas judiciales (las <span style="font-style: italic;">freda</span>), de las multas militares y de impuestos indirectos sobre un escaso comercio*. La administración palatina envía periódicamente por el Imperio a unos agentes reales (<span style="font-style: italic;">missi dominici</span>) encargados de corregir los abusos de condes y marqueses, de impartir justicia y de proponer sanciones. Pero eso es todo.<br />
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El Estado consiste en una pirámide de relaciones vasalláticas culminadas en el emperador. Éste emplea sus dominios reales (tierras fiscales) para concederlos a sus vasallos, que a cambio le deben lealtad y obediencia, si bien las tierras vuelven a manos del emperador a la muerte de éstos. De ese modo, se forma un grupo de vasallos reales (<span style="font-style: italic;">vassi dominici</span>) que acompañan al monarca en todas sus campañas. Todos los hombres libres tienen obligación de prestar un servicio militar, pero en la práctica sólo se convoca a quienes habitan cerca de la región donde se va a luchar. Esto implica que las economías militares de escala son escasas, puesto que las regiones fronterizas no se benefician del potencial militar del conjunto del imperio (salvo en lo que se refiere a los vasallos directos del rey).<br />
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Dado que el Imperio carolingio no proporciona economías significativas (a nivel de escala o de costes de transacción), su existencia fugaz debe apoyarse en una circunstancia excepcional.<br />
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El emperador debe su poder a la guerra: gracias a ella amplía con frecuencia sus dominios reales (tierras fiscales), que así puede repartir entre más guerreros, ampliando la nómina de vasallos a su servicio. A su vez, los éxitos militares en sí mismos atraen a nuevos caballeros bajo su servicio con la perspectiva de obtener botín. Pero cuando las conquistas se estancan, el número de vasallos tiende a reducirse, o bien éstos tienden a independizarse: al morir los vasallos, sus propiedades retornan al dominio real y sus descendientes se desligan del emperador; o bien los descendientes de los vasallos presionan al monarca para que se les conceda la misma tierra en plena propiedad, dado que ya no pueden obtener nuevos dominios en el extranjero. En ambos casos, el poder central se reduce.<br />
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Así pues, el Imperio carolingio debe su existencia a las oportunidades de conquista en las fronteras del núcleo del reino franco (Aquitania, Baviera, Bretaña, Sajonia, Lombardía, norte de Hispania, etc.), donde sus enemigos eran técnicamente inferiores**. Dado que los dominios reales aumentaban en mayor medida que los de sus vasallos a cada conquista***, los éxitos militares pusieron en marcha una retroalimentación positiva entre conquistas, dominios reales, número de vasallos y poder imperial que cesó tan rápidamente como se alcanzaron territorios demasiado lejanos o demasiado difíciles de doblegar.<br />
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La nobleza local, reforzada por la adquisición a perpetuidad de sus <span style="font-style: italic;">honores</span> y <span style="font-style: italic;">beneficios</span> (en suma, tierras), tendió a fomentar las luchas dinásticas por el acceso al trono, donde apoyaba a unos u otros candidatos a cambio de obtener nuevos dominios. Así, Carlos el Calvo (840-877) distribuyó cuatro veces más tierras fiscales que Carlomagno.<br />
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El pacto de Verdún (843), las guerras civiles, las invasiones vikingas y las razzias musulmanas pondrán el punto y final a los sueños de unidad. Finalizada la experiencia imperial, y un vez equiparada toda Europa occidental a nivel técnico, daba comienzo la época feudal clásica.<br />
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* El comercio es escaso respecto a épocas posteriores, pero no respecto a la época inmediatamente anterior. El imperio carolingio logró cierto excedente económico a través de la acuñación de plata y del movimiento interregional de bienes, que conectaba sobre todo por vía fluvial los diferentes centros de comercio.<br />
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** Una prueba de ello es que las principales exportaciónes del Imperio carolingio en dirección a los territorios del Norte y el Este de Europa consistían en armamento. De hecho, Carlomagno confiscó en alguna ocasión estas exportaciones por motivo de seguridad interna.<br />
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*** Esto es fácil de demostrar con un ejemplo sencillo. Supongamos que el territorio inicial franco está dividido en 4 áreas; 1 de ellas propiedad real y las otras 3, propiedad real cedida en usufructo a sus vasallos nobiliarios. Si el territorio aumenta de 4 a 6 áreas, el monarca puede ceder 3 propiedades para sus vasallos y conservar otras 3. Si vuelve a aumentar hasta 8 áreas, puede conservar 5 y ceder 3. Por último, si las conqusitas aumentan el territorio hasta 10 áreas, puede retener 7 y ceder 3. Así, las conquistas garantizan que el emperador pueda redistribuir 3 parcelas para mantener constante el número de vasallos, al tiempo que expande el dominio real directo en relación a los dominios de sus vasallos.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-68409110257969550952012-01-29T03:59:00.000-08:002012-01-29T04:25:53.866-08:00Aristóteles: estructura social y estructura política<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgprDocnoLOBqiDtsrhvoYs4RGQ3o9FYmy08yIPrtsz-BmtLzyb-42PqRZn8W6iDiUJPnMDHo4XOmQFN-d9gnBHV7B1m7UxY_E9nULiutEPSomYZfieuuAc5vozSB8GJY-U8S3j9lol8yQ/s1600/esparta-fd.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 132px; height: 144px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgprDocnoLOBqiDtsrhvoYs4RGQ3o9FYmy08yIPrtsz-BmtLzyb-42PqRZn8W6iDiUJPnMDHo4XOmQFN-d9gnBHV7B1m7UxY_E9nULiutEPSomYZfieuuAc5vozSB8GJY-U8S3j9lol8yQ/s1600/esparta-fd.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Como dijimos en <a href="http://societasmaris.blogspot.com/2010/11/la-redistribucion-como-mecanismo-de.html"><span style="font-style: italic;">La redistribución como mecanismo de cohesión social</span></a>, los Estados tratan de perpetuarse mediante la distribución de ingresos y de participación política entre sus súbditos, de forma que cada grupo social reciba una cantidad igual a su contribución marginal a la supervivencia de la comunidad. He encontrado una explicación sorprendentemente similar en la <span style="font-style: italic;">Política</span> de Aristóteles, que correlaciona la estructura socioeconómica de las poleis griegas con su estructura de participación política (p. 240):<br /><blockquote>Puesto que cuatro son principalmente las partes del pueblo -campesinos, artesanos, comerciantes y jornaleros- y cuatro las que se necesitan para la guerra -caballería, infantería pesada, infantería ligera y flota-, donde el país sea adecuado para la caballería, allí corresponderá, naturalmente, establecer la oligarquía fuerte (pues la salvación de los habitantes radica en ese poder, y la crianza de los caballos es propia de los que poseen grandes fortunas); y donde para la infantería pesada, la siguiente oligarquía (ya que la infantería pesada es más propia de los ricos que de los pobres); la infantería ligera y la flota son totalmente democráticas.</blockquote>Sería interesante verificar empíricamente esta hipótesis a través de las fuentes y de la arqueología. Aristóteles basa sus observaciones en una recopilación de 158 constituciones de diferentes estados griegos, pero desgraciadamente se han perdido todas salvo la de los atenienses.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-75646382667998694682011-07-09T02:29:00.001-07:002011-07-12T05:49:58.798-07:00Los tiempos de la historia según Fernand Braudel<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpbXza9-6oGYnsyOall_1zjpHdnez-Juk4-S81QEoSpydaER55CFS-DQx-7PYA-zAYytoasx32jJ8kDrCPSfBY3L52ksowdKAV2DeGtCMd4p6aCG8VwAy0j2OREc9pTCkeHg55RJJk1iOP/s1600/fernand+braudel"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 128px; height: 184px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpbXza9-6oGYnsyOall_1zjpHdnez-Juk4-S81QEoSpydaER55CFS-DQx-7PYA-zAYytoasx32jJ8kDrCPSfBY3L52ksowdKAV2DeGtCMd4p6aCG8VwAy0j2OREc9pTCkeHg55RJJk1iOP/s320/fernand+braudel" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5627424537218049778" border="0" /></a><br /><span style="font-style: italic;">"La historia puede dividirse en tres movimientos: lo que se mueve rápidamente, lo que se mueve lentamente, y lo que parece no moverse en absoluto." </span><span>- Fernand Braudel.</span><br /><br />Después del espacio dedicado al <a href="http://societasmaris.blogspot.com/2011/02/el-materialismo-historico-una_09.html">materialismo histórico</a> y al <a href="http://societasmaris.blogspot.com/2011/03/el-materialismo-cultural-de-marvin.html">materialismo cultural</a>, no podíamos dejar sin revisar el magnífico trabajo de Fernand Braudel, máximo representante de la escuela de los <span style="font-style: italic;">Annales</span> y uno de los mayores historiadores del siglo XX.<br /><br />Al abordar su tesis doctoral, <span style="font-style: italic;">El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II</span>, Fernand Braudel observó que la historia de cualquier período podía explicarse atendiendo a tres movimientos, jerárquicamente ordenados entre sí pero hasta cierto punto independientes, cada uno de los cuales marcha a un ritmo diferente y de acuerdo a sus propias leyes.<br /><br />La prioridad causal en la constitución de una sociedad, según Braudel, pertenece a los movimientos de larga duración (o <span style="font-weight: bold;">tiempo geográfico</span>); "una historia casi inmóvil", como nos dice él, que trata "del hombre en sus relaciones con el medio que le rodea; historia lenta en fluir y en transformarse, hecha no pocas veces de insistentes reiteraciones y de ciclos incesantemente reiniciados". El único modo de abordar este movimiento consiste en registrar la geografía del área estudiada: sus penínsulas, montañas, llanuras, mares y ríos, para a continuación ponerlos en relación con el trabajo y el movimiento de los hombres. Así, Braudel nos habla de las montañas, situadas en los márgenes de la civilización y dotadas de tierras pobres, pero por este motivo pobladas con mucha frecuencia de pequeños campesinos libres; de las llanuras, donde el hombre, para aprovechar su fertilidad, debe canalizar las aguas estancadas y vencer a las enfermedades contagiosas; o de los mares angostos como el Adriático que, más favorables a la navegación, y, por tanto, a la división geográfica del trabajo, tienden a ser más prósperos que los mares abiertos.<br /><br />Asimismo, Braudel nos habla de los movimientos humanos que, moldeados por la geografía y a fuerza de repetición, tienden a conformar espacios coherentes: se trata, por ejemplo, de la trashumancia castellana; el nomadismo sahariano; las migraciones de montañeses en dirección a la ciudad, donde ocupan los peores empleos; las caravanas de especias, que atraviesan el desierto sirio; o las grandes rutas marítimas que comunican entre sí los litorales mediterráneos, desde Rodas a Alejandría o desde la Península Ibérica hasta Sicilia, a través de las Baleares y Cerdeña. El ciclo de las estaciones también forma parte de este tiempo geográfico incesantemente reiniciado: en verano los caminos terrestres y marítimos se tornan accesibles, propiciando la guerra y el comercio; mientras que el invierno, con sus lluvias y tormentas, aconseja paralizar estas actividades en beneficio de la manufactura y la producción doméstica. En la misma línea, los animales cambian de pastos con las estaciones, moviéndose desde el norte al sur, desde el llano a la montaña o desde el desierto hasta la costa (y viceversa).<br /><br />Por encima del tiempo geográfico se elevan los movimientos de media duración (o <span style="font-weight: bold;">tiempo social</span>), que corresponden a las estructuras sociales y al modo en que dichas estructuras evolucionan; "aúna, en consecuencia, lo que en nuestra jerga de especialistas llamamos estructura y coyuntura, lo inmóvil y lo animado, la lentitud y el exceso de velocidad". En este apartado, Braudel pasa revista a la economía, la demografía, los imperios, las sociedades, las civilizaciones y las formas de la guerra en la segunda mitad del siglo XVI. Acerca del origen de los imperios (español y turco), Braudel desliza una tesis interesante: atribuye su aparición tanto a las economías de escala derivadas de la nueva guerra, basada en el uso de mercenarios y artillería, como a la coyuntura económica ascendente del siglo XVI. Su decadencia en el siglo XVII habría que achacarla, en consecuencia, a una nueva coyuntura de signo descendente. No obstante, al abordar éste como otros temas, Braudel se conforma con la mera observación, sin pararse a desarrollar una explicación sólida. Otro apartado brillante, el dedicado a las civilizaciones (que cabría traducir como "culturas"), trata sobre el modo en que éstas evolucionan y se influyen mutuamente: así, registra la transferencia de tecnologías desde la Cristiandad al mundo musulmán, a través de renegados cristianos o de negociantes judíos; las pervivencias musulmanas entre los moriscos españoles o el intercambio cultural permanente a través del comercio marítimo, la captura de prisioneros y la piratería. Las civilizaciones son, ante todo, "espacios trabajados por el hombre". También es destacable el apartado acerca de las formas de la guerra, donde contrapone la "gran guerra" de las escuadras y los ejércitos a la "pequeña guerra" de los piratas y los bandoleros; ésta última tiende a proliferar cuando decrece la primera. En este aspecto, Braudel tiene el mérito de haber percibido las estructuras de la guerra sin detenerse en los acontecimientos militares.<br /><br />Por último llegamos a los movimientos de corta duración (o <span style="font-weight: bold;">tiempo individual</span>), que más o menos corresponden a la historia diplomática tradicional, compuesta de guerras, tratados e intrigas. Se trata de una historia de acontecimientos, compuesta de "oscilaciones breves, rápidas y nerviosas", inteligible sólo dentro de unas determinadas estructuras de larga y media duración. El propio Braudel despreciaba esta forma de historia como la más superficial, considerando que sus actores (los reyes, los soldados, los diplomáticos, etc.) no eran más que títeres en manos de unas fuerzas que apenas podían controlar. Aunque ha sido acusado de determinista por declaraciones como ésta, hoy podemos formular sus ideas de una forma más científica: en efecto, los individuos actúan dentro de una estructura de costes establecida parcial o totalmente por fuerzas espontáneas, y tales estructuras seleccionan unos acontecimientos en detrimento de otros. Por ejemplo, la batalla de Lepanto -magistralmente narrada por Braudel- corresponde a una determinada coyuntura económica, a unas determinadas condiciones demográficas y a unos determinados Estados territoriales sin los cuales sería impensable.<br /><br />En otro orden de cosas, Braudel aporta argumentos interesantes en torno a cómo tratar la historia de los acontecimientos. Se pregunta si el historiador debería seleccionar aquellos acontecimientos "de mayores consecuencias", o bien aquellos que fueron percibidos como relevantes por sus contemporáneos. En cualquier caso, se trata de mostrar cómo los acontecimientos sólo constituyen la superficie de unas estructuras más profundas.<br /><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">Valoración y conclusiones</span><br /></span><br />No hay duda de que <span style="font-style: italic;">El Mediterráneo</span> de Braudel es una de las mayores obras de la historiografía universal, pero no está exenta de algunos defectos graves. En mi opinión, el mayor de ellos es su inclinación excesiva a la metáfora, que tiende a reemplazar las explicaciones científicas acerca de cualquier tema (a pesar de que el uso de estadísticas, en la segunda edición, es muy elogiable); su tesis acerca de los imperios, ya comentada, es un buen ejemplo de esto. En términos quizá demasiado duros, Bernard Bailyn (1951) dijo al respecto que Braudel había "confundido una respuesta poética al pasado con un problema histórico".<br /><br />Cabe notar que el énfasis de Braudel en el tiempo geográfico guarda cierta relación con la prioridad que otorgan los antropólogos a la ecología -la relación entre el hombre y el medio- en el análisis de una sociedad. No obstante, Braudel no muestra cómo se influyen el tiempo geográfico y el tiempo social, ni percibe hasta qué punto son cruciales la tecnología y la demografía para conformar la historia de larga duración. De hecho, cuando la innovación tecnológica marcha a igual o mayor ritmo que las estructuras sociales es difícil distinguir entre tiempo geográfico y tiempo social, como sucede en Occidente desde la Revolución Industrial [1]. Por este motivo encuentro más adecuado englobar ambos movimientos en el término "estructuras", reservando los acontecimientos a un segundo nivel, las "coyunturas". Aunque Braudel correlaciona puntualmente las tendencias de la economía con determinados acontecimientos bélicos, la relación entre media y corta duración tampoco queda demasiado clara. Es necesario evaluar los costos y beneficios a que está sometida la acción individual como consecuencia de las estructuras sociales y geográficas.<br /><br />A pesar de todo, comparto total y absolutamente las palabras de Lucien Febvre acerca de su obra:<br /><blockquote>Lean, relean y mediten sobre este libro excelente... Háganlo su compañero. Las cosas nuevas que aprenderán sobre el mundo del siglo XVI son incalculables. Pero lo que aprenderán sobre el hombre, sobre su historia y sobre la historia en sí misma, su verdadera naturaleza, sus métodos y sus objetivos -no se lo pueden imaginar de antemano.</blockquote><br />-------------<br /><br />[1]: Por ejemplo, las fábricas de la primera época industrial implican una nueva relación con los ríos; las nuevas formas de ganadería suprimen casi totalmente las relaciones trashumantes o nómadas y el transporte aéreo abre rutas infinitamente más directas entre los núcleos de población. Como consecuencia, el tiempo geográfico se equipara al tiempo social, y estoy tentado a decir que le supera en velocidad.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-65436438145800412492011-06-28T11:08:00.000-07:002011-07-20T04:40:58.608-07:00Epílogo: el caballero medieval como adaptación<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://student.maxwell.syr.edu/anderson/frankish_soldier.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 114px; height: 159px;" src="http://student.maxwell.syr.edu/anderson/frankish_soldier.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><span style="font-style: italic;">"El ideal es una flor cuyas raíces son las condiciones materiales de existencia"</span> - Proudhon.<br /><br />En la introducción decíamos que el comportamiento y los valores del caballero medieval adquieren sentido como adaptación a un determinado contexto ecológico, demográfico y tecnológico, pero tengo la impresión de que el trabajo ha terminado convirtiéndose en un relato casi literario sobre su vida cotidiana, con una breve introducción sobre las "condiciones materiales y culturales" donde no se percibe ninguna relación causal. En este artículo trataré de remediarlo.<br /><br />En primer lugar, <span style="font-weight: bold;">los hechos</span>. El caballero medieval se distingue por su comportamiento agresivo (idealmente controlado), que tiene como finalidad obtener botín, gloria y oportunidades de matrimonio. Al mismo tiempo, el caballero tiende a ser pródigo con sus bienes, y gasta cuanto tiene con sus camaradas de armas y vasallos directos; valora el honor (es decir, la buena reputación, vinculada casi siempre al linaje), las virtudes cristianas y la justicia, que deberían plasmarse en la defensa de los débiles y la sumisión a la Iglesia.<br /><br />En segundo lugar, <span style="font-weight: bold;">la explicación</span>, los por qués. La gran pregunta que debemos responder aquí es por qué los valores y el comportamiento de la caballería medieval triunfaron en la Europa occidental entre los siglos XI y XIII d. C., antes que en otros lugares y en otras épocas [1]. Al asignar diferentes grados de probabilidad a su aparición y éxito, la Historia se convierte en ciencia.<br /><br />Dada la densidad demográfica y la tecnología de la Edad Media Plena, para las comunidades aldeanas era más rentable defender un territorio que huir de él. En un contexto demográfico menos denso, la respuesta ante agresiones externas podía haber consistido en desplazarse a otros territorios, con la idea de que éstos serían igual de productivos que los ocupados previamente. No obstante, en el siglo XI las áreas cultivables eran escasas en relación a la población, puesto que los medios técnicos tornaban inaccesible el cultivo de muchas zonas, al tiempo que debía mantenerse cerca de la mitad de las tierras en barbecho durante prolongados períodos de tiempo para recuperar su fertilidad. Como resultado, sólo podía cultivarse a la vez una fracción muy pequeña de las tierras, y los campesinos debían resistir a las agresiones externas si querían conservar su nivel de vida, pues no encontrarían parcelas de una fertilidad similar en otro lugar.<br /><br />La necesidad de defensa frente a las agresiones externas, unido a las economías de escala derivadas de la aparición del estribo, dieron como resultado la aparición de una clase de caballeros equipados con armadura, que podían vencer a cualquier grupo de bandidos o campesinos armados. Así, las comunidades aldeanas tendieron a rendir homenaje a estos guerreros montados a cambio de protección; o bien, los propios caballeros tendieron a conquistar sus tierras y exigirles rentas a cambio del mismo servicio. Como era necesario poseer cerca de 150 hectáreas de tierra para costearse el equipo de caballero, pronto la presión sobre las tierras desembocó en conflictos armados entre señores; este es el <span style="font-weight: bold;">origen de la guerra feudal</span>. Así se explican también las aventuras de juventud, que alejaban del hogar familiar a los segundones que no se había podido colocar en el sacerdocio, al tiempo que, a causa de la elevada mortalidad derivada de la guerra, tendían a reducir el número de hijos que optaban a la herencia paterna -y, de ese modo, garantizaban la transferencia íntegra del patrimonio al primogénito. Por otro lado, las aventuras de juventud permitían adquirir prestigio y reputación, vitales para maximizar las oportunidades de matrimonio, extender las redes de alianzas y los pactos de vasallaje durante la vida adulta.<br /><br />Los imperativos de la defensa y la adquisición de tierras, así como la exposición constante a los peligros de la guerra, incentivaban los comportamientos agresivos y el énfasis en valores como el honor, que tendía a disuadir enemigos y atraer vasallos y aliados. La largueza, los regalos constantes y el despilfarro (plasmado habitualmente en copiosos banquetes), al señalizar la capacidad de un caballero para obtener botín, indicaban su audacia militar y aumentaban su capacidad de atraer los servicios de otros caballeros, vasallos y aliados. Por último, el énfasis en las virtudes cristianas, al mitigar el abuso de los señores sobre sus vasallos, daba cierta seguridad a los campesinos y garantizaba la producción agraria, vital para la supervivencia de los linajes nobiliarios. [2]<br /><br />----------<br /><br />[1]: Al hacerlo también explicamos por qué otros espacios geográficos y otras épocas han dado individuos de características muy parecidas.<br /><br />[2]: Esto guarda muchas similitudes con el origen de las vacas sagradas en la India; en ambos casos, se trata de proteger mediante la ideología un activo valioso a largo plazo que está muy expuesto a los abusos puntuales a corto plazo.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-32261239754060864692011-06-27T04:33:00.000-07:002011-06-27T10:46:04.575-07:00El caballero medieval (V): la aventura y el establecimiento<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC168qVCgLErQIN7LNHQybEb-r8gUe2VD6OIqYcEwWbeAEBVVixK7jD2jR4BeLB1FK1xSsuMzJz8BLthmwe22yHOAf3rqpEtRIuNx3Enl8ZdmZa05SPQn8aoJRDeU8lJB-kZPLGdHDS59M/s1600/caballero.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 144px; height: 144px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC168qVCgLErQIN7LNHQybEb-r8gUe2VD6OIqYcEwWbeAEBVVixK7jD2jR4BeLB1FK1xSsuMzJz8BLthmwe22yHOAf3rqpEtRIuNx3Enl8ZdmZa05SPQn8aoJRDeU8lJB-kZPLGdHDS59M/s320/caballero.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5622903643002092066" border="0" /></a><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">10. La aventura</span></span><br /><br />La costumbre imponía al padrino del caballero proporcionar al recién armado el medio de acudir a los torneos durante dos años, con el fin de difundir la fama de la casa, cuyos colores llevaba pintados en su escudo y bordados en su cota de armas. De ese modo, los jóvenes caballeros erraban como los héroes de las novelas, de región en región, en busca de gloria, riqueza y lances amorosos.<br /><br />Cabe apuntar, en primer lugar, que un señor solía armar varios caballeros en una misma ceremonia, de forma que éstos formaban una suerte de compañía, criados desde la infancia en el mismo castillo y unidos en torno al joven de más rango -a quien prestaban vasallaje a cambio de armas, dinero y liderazgo-. En segundo lugar, puesto que la juventud - tal y como aparece en las fuentes- se caracteriza por la impaciencia, la turbulencia y la inestabilidad, los padres y padrinos solían encomendar a sus hijos a un caballero de más experiencia -con frecuencia, un familiar cercano-, que se encargaba de aconsejarles, de contenerles, de finalizar su educación y de conducir su itinerario hacia los torneos más provechosos. En efecto, el vagabundeo era un complemento necesario de la formación del joven.<br /><br />La alegría reinaba en estos grupos: el jefe gastaba sin límites, amaba el lujo, el juego, los caballos y los perros. Cortejaba a las damas sin pudor, contrataba prostitutas y, en general, brindaba a sus camaradas todos los placeres que estaban en su mano; las costumbres eran muy libres. Pero, sin duda, la principal diversión de estos grupos eran los torneos, donde se batían con el afán de obtener premios, riquezas y honores. Igualmente, estaban siempre dispuestos para la guerra: atizaban los focos de turbulencia en las regiones fronterizas y proveían de los mejores contingentes a las expediciones lejanas, como las Cruzadas. Estos jóvenes, a su vez, se distraían en los banquetes, los bailes y el cortejo de las damas y las doncellas; ellos eran los principales consumidores de la nueva literatura amorosa, donde un joven servidor brindaba su amor a una dama ya casada (Kleinschmidt, 2009). Como forma de promoción social, muchos esperaban encontrar una esposa entre las grandes familias aristocráticas, y no era infrecuente que muchas quedaran viudas a causa de los lances de la guerra. La juventud aristocrática de la Francia del siglo XII es, como dice un reputado historiador, "una jauría que las casas señoriales dejan en libertad para aliviar el exceso de poder expansivo, a la conquista de la gloria, de la riqueza y de las presas femeninas" (Duby, 1977). Su conducta se explica no sólo por una cuestión hormonal o militar, sino esencialmente por tres motivos complementarios. En primer lugar, <span>el</span><span style="font-weight: bold;"> </span><span>vagabundeo</span><span style="font-weight: bold;"> </span>constituye una buena forma de reducir la tensión entre los primogénitos y sus<span style="font-weight: bold;"> </span>padres, todavía relativamente jóvenes, al tiempo que <span>mantiene ocupados a los hijos segundones que no se han podido colocar en el sacerdocio</span>.<span style="font-weight: bold;"> </span><span style="font-weight: bold;">El hecho de que la mayor parte de los jóvenes permaneciese en situación de peligro y celibato redujo notablemente los riesgos de desmembramiento de las herencias</span>. En segundo lugar, <span style="font-weight: bold;">la vida errante tenía como objetivo lograr un matrimonio ventajoso</span>, tanto si éste era obtenido por los padres mediante su negociación con otras familias, como si era ganado por el joven mediante el cortejo de alguna docella o de una viuda. En este sentido, el tercer factor está muy vinculado con el segundo:<span style="font-weight: bold;"> adquirir prestigio y reputación era vital para maximizar las oportunidades de matrimonio, aunque también para garantizar las alianzas y los pactos de vasallaje durante la vida adulta</span> (Duby, 1977).<br /><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">9. La madurez</span></span><br /><br />Una vez casado, el caballero medieval iniciaba la vida propiamente adulta: tomaba posesión de un castillo -cedido por su padre o por la familia de su esposa- y se convertía en jefe de familia. Adquiría derechos de bando sobre los campesinos a su servicio, cuidaba su red de alianzas y se preocupaba por el bien de su alma, construyendo capillas o realizando grandes donaciones a la Iglesia. Se esperaba que fuera pródigo con sus bienes, que repartía con generosidad entre sirvientes y vasallos, y hospitalario con los huéspedes, a quienes colmaba de honores. Todo gentilhombre tenía el deber moral de acoger a individuos de su mismo status. Por este motivo, estaba siempre endeudado con otros caballeros o con los burgueses de la ciudad (Duby, 1995).<br /><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">10. Conclusiones</span></span><br /><br />En cualquier caso, su comportamiento, esencialmente violento y oportunista, responde a una sociedad donde la presión sobre los recursos y la guerra son una constante; donde el prestigio, obtenido a través de la valentía y de la generosidad, se convierte en un activo vital para mantener y expandir las alianzas. Todos estos elementos, presentes en sociedades tan dispares como la Grecia homérica, la Galia céltica o la costa noroeste de América (Johnson y Earle, 2003), tomaron sus rasgos distintivos en esta época gracias al cristianismo.<br /><br /><span style="font-style: italic;">C'est fini</span>.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-9994844573546924352011-06-25T05:54:00.001-07:002011-06-25T06:20:02.154-07:00El caballero medieval (IV): la ceremonia y los inicios de la juventud<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTKu4DXP5ulp78AzEE8EAFfw7c1HXqzvGZLrkFt5iQLeOsmtMmFkzAyws4s4j9E6K52IxeqXWEG8uhQnthRs7WfQjdSHkpdkpeo_5fJUo6OTWCpd3fMbLmyB_KsFmW_Xp8FD9qCxNg9NzW/s1600/ceremonia+vasallaje2.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 146px; height: 139px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTKu4DXP5ulp78AzEE8EAFfw7c1HXqzvGZLrkFt5iQLeOsmtMmFkzAyws4s4j9E6K52IxeqXWEG8uhQnthRs7WfQjdSHkpdkpeo_5fJUo6OTWCpd3fMbLmyB_KsFmW_Xp8FD9qCxNg9NzW/s320/ceremonia+vasallaje2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5622145835417151714" border="0" /></a><br />Entre la nobleza medieval, la juventud como etapa de la vida separada de la niñez comenzaba el mismo día de recibir las armas; a partir de entonces, el joven era ya un caballero preparado para los torneos, la guerra y la aventura, que se prolongarían durante largos años hasta su definitivo establecimiento, cuando tomase esposa y residencia. Así, vemos a Guillermo el Mariscal casarse en 1189, cuando tenía cerca de cuarenta y cinco años, o a Arnauld de Ardres, que permaneció "joven" durante trece años, tomando esposa con algo más de treinta (Duby, 1977). En cualquier caso, la ceremonia de caballería marcaba el inicio de esta larga etapa de la vida.<br /><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">7. La ceremonia de caballería</span></span><br /><br />Después de un largo aprendizaje físico e intelectual, el paje debía ser armado caballero. Su señor corría con todos los gastos de la ceremonia: proporcionaba el caballo destrero, las espuelas, la espada, la capa y todas las viandas y divertimentos necesarios para celebrar la fiesta. A cambio, esperaba obtener la fidelidad vitalicia del joven (Duby, 1995). De ese modo, los grandes señores trataban de educar y armar a la mayor parte de caballeros posibles; con ello señalizaban su poder frente a posibles rivales al tiempo que renovaban los vínculos de vasallaje con la familia de los jóvenes.<br /><br />Un poema francés del siglo XIII, el <span style="font-style: italic;">Ordene de Chevalerie</span>, describe con todo detalle los pormenores de la ceremonia, que preferentemente tenía lugar el día de Pentecostés. El día antes, el caballero tomaba un baño para limpiar sus pecados, y conciliaba el sueño en un buen lecho, símbolo del bienestar de que gozaría en el paraíso si lograba ganárse con sus actos. Al día siguiente, en un gran salón del castillo y frente a los huéspedes de la corte, el señor entregaba al joven un cinturón blanco, unas espuelas de oro y, sobre todo, la espada, símbolo de justicia y lealtad. A continuación, le vestía con una túnica blanca, una capa púrpura y unas calzas marrones, para propinarle finalmente ung olpe en el cuello o los hombros; aquel gesto verificaba la madurez del joven y, quizá, transmitía algún poder mágico del señor a su escudero. Por último, el director de ceremonias recordaba al nuevo caballero cuatro máximas que siempre debía tener presentes: nunca consentir la traición ni el falso juramento; honrar a todas las damas y socorrerlas en caso de necesidad; asistir a misa todos los días si era posible; y ayunar los viernes en memoria de los sufrimientos de cristo (Cairns, 2003). Este último gesto mostraba la tendencia hacia la sacralización de los ritos de la caballería, en un principio estrictamente paganos; y, en efecto, en algunas regiones los sacerdotes reclamaban su derecho a dirigir las ceremonias.<br /><br />En ocasiones, el nuevo caballero mostraba su habilidad ante el público derribando de una sola lanzada unos maniquíes llamados "estafermos". Tras esto, se celebraba un banquete que podía durar varios días, donde el nuevo caballero hacía muestras ostensibles de generosidad: regalaba todo tipo de bienes a sus invitados y entregaba abundantes monedas de plata a trovadores, menestrales, juglares y bufones para que cantaran sus hazañas por toda la comarca (Duby, 1995).Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-36173819671466677232011-06-20T09:35:00.000-07:002011-06-20T14:03:55.154-07:00La guerra marcha al ritmo de las estaciones<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvCgvHM0mSKLOzHBaBt5e_k6WwrjE2YSthq-RfTtdsn5S2aU-xn9VGfOlaTXt8vkPAKO2S9RjWf1DM2VTdCm-HM-0Ua_OC8v0tacV3npFcMuiFPyBSCkvlN4LQrkhUJ1-x2Fu6b2vz2Gux/s1600/falange+griega.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 208px; height: 120px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvCgvHM0mSKLOzHBaBt5e_k6WwrjE2YSthq-RfTtdsn5S2aU-xn9VGfOlaTXt8vkPAKO2S9RjWf1DM2VTdCm-HM-0Ua_OC8v0tacV3npFcMuiFPyBSCkvlN4LQrkhUJ1-x2Fu6b2vz2Gux/s320/falange+griega.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5620347194506123362" border="0" /></a><br />Buena descripción de Braudel para el caso mediterráneo, en el siglo XVI (1966, pp. 321, 322):<br /><blockquote>Es raro que una cosecha salga bien de todos los peligros que sucesivamente la amenazan. Los rendimientos son, pues, por término medio, muy pobres, y a la vista de la reducida superficie de los sembrados, el Mediterráneo está siempre al borde del hambre. Basta conque se produzcan unos cuantos cambios bruscos de temperatura o falte la lluvia, para poner en peligro la vida del hombre. Todo cambia entonces: hasta la política. Si se contaba con una cosecha abundante de cebada en los confines de Hungría, podía tenerse la seguridad de que el gran señor no se empeñaría en una guerra activa, pues no tendría con qué cebar los caballos de sus spahis. <span style="font-weight: bold;">Si</span>, al mismo tiempo, <span style="font-weight: bold;">faltaba el trigo</span> -lo que no era nada raro en los tres o cuatro graneros del mar-, cualesquiera que fuesen los planes belicosos concebidos durante el invierno o la primavera, <span style="font-weight: bold;">la gran guerra de las escuadras se paralizaría por fuerza en la época de las cosechas, que era también la de las calmas marítimas y la de las operaciones navales</span>. Pero, al mismo tiempo, se recrudecían el bandidaje en el campo y la piratería en el mar.</blockquote>La <span style="font-style: italic;">Historia de la Guerra del Peloponeso</span>, de Tucídides, es un buen ejemplo de lo mismo, dos mil años antes: durante los casi treinta años de guerra, con pocas excepciones, las falanges de hoplitas o las escuadras de trirremes partían a inicios de verano y se retiraban en otoño. Entonces, la carencia de víveres, los vientos que agitaban el mar o las heladas aconsejaban evitar las expediciones lejanas. Y esto ha sido así hasta casi la Segunda Guerra Mundial.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-53677703017820384782011-06-19T09:46:00.000-07:002011-06-19T14:02:28.845-07:00El caballero medieval (III): la familia y la primera educación<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCWWGRlcAUy12d29EthG0E6keiy4trV2UvmW890xwKr3SEAADLFutA7CPsHsu8ILDAYl5rkWof27yYEAcryOz2Dd3DvhDS3N2f9AKVKG9JrnFf3lK_4476y_oWdjb3WxYjZs7BXEGG2SoF/s1600/caballero+medieval.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 111px; height: 148px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCWWGRlcAUy12d29EthG0E6keiy4trV2UvmW890xwKr3SEAADLFutA7CPsHsu8ILDAYl5rkWof27yYEAcryOz2Dd3DvhDS3N2f9AKVKG9JrnFf3lK_4476y_oWdjb3WxYjZs7BXEGG2SoF/s320/caballero+medieval.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5620039061012873266" border="0" /></a><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">5. La familia</span></span><br /><br />En general, la familia aristocrática reproducía la estructura de la familia campesina a un nivel superior, si bien los vínculos de linaje eran más fuertes. Dado que la mortalidad infantil era muy alta, las familias tendían a engendrar muchos hijos: sabemos que Arnoul de Ardres tuvo cuatro hermanas y cinco hermanos, y éste no era un caso infrecuente (Duby, 1995). Hasta los seis o siete años, hermanos y hermanas vivían -y vestían- de una forma similar, ocupados en juegos de diverso tipo, desde los aros y las muñecas hasta el micado. No obstante, lo más probable es que pasaran el tiempo al aire libre, quizá "chapoteando en un estanque al pie de la muralla", como nos cuenta el padre Lambert (<span style="font-style: italic;">Ibídem</span>).<br /><br />A partir de los seis o siete años, las niñas eran separadas de los niños; entonces pasarían la mayor parte del tiempo en el patio o en la cámara, junto a la dama del castillo. Ésta era la madre de familia: engendraba a los herederos del señor, cuidaba de los vástagos, guardaba los adornos, las ropas y las reservas de comida. Toda la población femenina estaba en su poder, y contaba con un grupo de criadas escogidas entre las jóvenes campesinas del distrito, a quienes trataba a golpe de vara. Con ayuda de éstas y de las mujeres de la familia, dedicaba la mayor parte de su tiempo al trabajo de la lana, el lino y el cáñamo; el <span style="font-style: italic;">gineceo</span> del castillo era un pequeño taller de hilado y de tejido donde se confeccionaba la mayor parte de vestidos de uso doméstico. Allí era donde las jóvenes de la familia aprendían el arte de la confección, que más tarde ocuparía casi toda su vida conyugal.<br /><br />Los varones dejaban la casa mucho antes que sus hermanas; con seis o siete años se apartaban de su madre y de las nodrizas para iniciar su propio camino, lejos del hogar familiar. Muchos de ellos eran enviados a abadías y catedrales, cuyas escuelas los preparaban para el oficio de monje o sacerdote. Otros, en especial el primogénito, eran enviados a vivir en casa de un pariente -con frecuencia, el tío materno- o de un señor para instruirse en el oficio de caballero (<span style="font-style: italic;">Ibídem</span>).<br /><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">6. La educación</span></span> <span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">y las virtudes caballerescas</span></span><br /><br />Los jóvenes que ingresaban en una escuela catedralicia o abacial recibían rudimentos de escritura y gramática latina, y aprendían a servirse de las Sagradas Escrituras y los libros litúrgicos. En cambio, la mayor parte de los caballeros de finales del siglo XII eran analfabetos; tales actividades no formaban parte de su educación. Por el contrario, se les enseñaba a <span style="font-weight: bold;">hablar en público</span>: la elocuencia y el don de la palabra eran muy apreciados entre los caballeros, que debían mostrar su agilidad e inteligencia en las asambleas, las cortes y los tribunales de justicia (<span style="font-style: italic;">Ibídem</span>).<br /><br />Los jóvenes podían ser encomendados al tío materno, que se encargaba de su instrucción, pero muy frecuentemente pasaban al servicio del señor de su padre; de ese modo, el pacto de vasallaje se renovaba de una generación a otra. El niño, por tanto, entraba en una casa mucho mayor que aquella en la que había nacido, pasando a formar parte de una familia mucho más numerosa y rica. Comería durante una docena de años en la mesa del patrón; al principio en un extremo, pero cada vez más cerca conforme avanzara en su instrucción. A veces incluso dormiría a los pies de su cama. Su madre, ya lejana, sería reemplazada por la dama del castillo, a quien se esforzaría en complacer.<br /><br />Para avanzar en su camino hacia la caballería debía, ante todo, fortalecer su cuerpo mediante el ejercicio físico. Desde el momento de su llegada se le ponía en <span style="font-weight: bold;">contacto con los caballos</span>; se le enseñaba a darles de comer, a cuidarlos, a ajustar y reparar sus arreos y, desde luego, a montarlos. También se le enseñaba el uso de la espada y, sobre todo, de la lanza, con la que debía herir o desmontar a los jinetes rivales; era el arma del caballero por excelencia.<br /><br />A través de <span style="font-weight: bold;">las cacerías</span>, como auxiliar del señor y de sus caballeros, el joven tomaba contacto con el bosque y las bestias salvajes, al tiempo que se acostumbraba a rigores similares a los que habría de soportar en la milicia. Para abatir a las fieras usaba inicialmente el arco, arma reservada a los plebeyos; más adelante se le dejaría emplear la espada y la lanza. En cualquier caso, la caza era una de las ocupaciones habituales de la nobleza, que la practicaba por su valor como ejercicio físico, por el sabor de la carne salvaje y como entretenimiento en los períodos de paz (<span style="font-style: italic;">Ibídem</span>).<br /><br />En la corte de su señor, el joven debía comportarse de forma decorosa, dar consejos juiciosos, hablar con soltura de asuntos serios y ser amable con los caballeros y damas del castillo. Por este motivo debía cultivar su intelecto y su corazón. El patrón ejercía de maestro, ayudado por la dama y los sacerdotes de la casa, que trataban de inculcarle el <span style="font-weight: bold;">ideal del </span><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Miles Christi</span>; el caballero que combate en defensa de la Iglesia y de los débiles. Para el capellán Esteban de Fougères, que escribe a finales del siglo XII, la caballería se distingue ante todo por su código moral, que consiste en tres valores fundamentales: la valentía, la lealtad y la sumisión a la Iglesia. Roberto de Blois, a mediados del siglo XIII, considera que los nobles deben ser corteses, practicar las virtudes cristianas y ser solidarios. A su vez, los caballeros valoran los actos de largueza y generosidad: se trata de una moral de clase que tiende a convertir la aristocracia en un cuerpo homogéneo, reconocible por sus códigos de conducta (Duby, 1977).<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM-Aqp7juxfToCRTNipMsbmFYNTpMYck3xN5Wpv98UfaTRRZyX_CijbWqhg8LXdzixa7lun1PPO3wQ6vQPuQCyBazy8zFMheTcjz2vfvJdmn2lH-8ytfcJXuYJOOQPr9DbbCU7Uez_0m0/s320/juglar.png"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 145px; height: 145px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM-Aqp7juxfToCRTNipMsbmFYNTpMYck3xN5Wpv98UfaTRRZyX_CijbWqhg8LXdzixa7lun1PPO3wQ6vQPuQCyBazy8zFMheTcjz2vfvJdmn2lH-8ytfcJXuYJOOQPr9DbbCU7Uez_0m0/s320/juglar.png" alt="" border="0" /></a>El señor, que coleccionaba valiosos libros, hace <span style="font-weight: bold;">leer su relato ante los jóvenes</span> de la casa, que escuchan atentos las historias acerca de los emperadores romanos, el rey Arturo, Roldán o los cruzados de Tierra Santa. A su vez, los escuderos, guiados por la dama de la casa, se afanan en <span style="font-weight: bold;">aprender a cantar y bailar</span> con gracia para ganar el favor de las doncellas. Con ocasión de los grandes banquetes, el señor de la casa acoge a varios juglares, que recitan poemas, bailan y tocan instrumentos; es entonces cuando deben mostrar sus virtudes ante los habitantes del castillo y sus invitados (Duby, 1995).Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-74567352401847123772011-06-18T11:57:00.001-07:002011-06-18T12:23:41.208-07:00El caballero medieval (II): el castillo, el señor y los vasallos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAv_FdcMjpRHrMvss3owtHM9SWbc1W0TE2QScRpC9_W2xt0oe4Ph0XSQn4QJAmlqCxU_Vn9z_qoRLQkRSzNT1Dd_iGQ7d2WhHpT7ZcW3s0VElfDN_CpRUO4onSH-41ZGOVyQGRqAY2tTdp/s1600/castillo+de+madera.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 251px; height: 144px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAv_FdcMjpRHrMvss3owtHM9SWbc1W0TE2QScRpC9_W2xt0oe4Ph0XSQn4QJAmlqCxU_Vn9z_qoRLQkRSzNT1Dd_iGQ7d2WhHpT7ZcW3s0VElfDN_CpRUO4onSH-41ZGOVyQGRqAY2tTdp/s320/castillo+de+madera.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5619642010568593090" border="0" /></a><br />Tradicionalmente, el término <span style="font-style: italic;">miles</span> -o, menos frecuentemente, <span style="font-style: italic;">cavallarius</span>- designaba a una clase de guerreros montados al servicio de algún <span style="font-style: italic;">nobilis</span> -o <span style="font-style: italic;">dominus</span>-, en situación de dependencia personal y semilibertad. No obstante, y por diversas circunstancias, a inicios del siglo XII estas diferencias tendieron a desaparecer; los señores adoptaron los ritos y costumbres de la caballería, y ésta terminó convirtiéndose en el rasgo distintivo de ambos niveles de la aristocracia frente a los campesinos (Duby, 1977). Sólo ellos tenían el privilegio de llevar armas y combatir, y estaban normalmente exentos de tributos (Le Goff et al., 1990). Así, nuestro relato empieza en el castillo de alguno de estos aristócratas.<br /><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">3. El castillo y el hogar</span></span><br /><br />A finales del siglo XII, los castillos eran construcciones muy modestas de tierra y madera, compuestas de una serie de empalizadas, fosos y estacas exteriores que tenían como finalidad impedir el asalto de los jinetes. Comparadas con las fortificaciones de la Alta Edad Media, sus dimensiones eran reducidas y su altura considerable (Bartlett, 2003): en el centro del recinto, sobre un montículo artificial y una nueva línea de fosos, se ubicaba la torre del homenaje, una suerte de torre cuadrada, larga y estrecha. No era raro que los castillos se construyesen en tres o cuatro días, pues bastaba una cuadrilla de trescientos o cuatrocientos campesinos para completar el trabajo. Por este motivo, eran muy frágiles: en cuanto caían a manos del enemigo eran destruidos inmediatamente por el fuego (Duby, 1995). Así, los señores más poderosos trataban de construir sus fortificaciones con materiales más resistentes como la piedra, pero su uso era todavía muy escaso en el siglo XII.<br /><br />Se ha calculado que por esta época había en Inglaterra hasta 500 castillos construidos, lo que supone una media de un castillo cada 16 kilómetros. El norte de Francia arroja datos similares; se trata de una auténtica militarización de la sociedad (Bartlett, 2003).<br /><br />La mayoría de torres de homenaje eran construcciones de tres pisos: la planta baja consistía en una habitación oscura para almacenar provisiones y encerrar a los prisioneros; la planta superior servía de puesto de vigilancia; y, entre ambos, la planta intermedia consistía en un salón principal, con diversos usos (Duby, 1995). Sin embargo, éste no era el lugar de habitación habitual: estaba pensado como último refugio ante situaciones de peligro y, en el plano ideológico, servía para señalizar la apropiación señorial de las tierras circundantes. El hogar se encontraba anexo al castillo, pero en el patio, junto a las cuadras, graneros, talleres y chozas de los sirvientes. Era un edificio de madera, muy sencillo, formado por dos habitaciones separadas por un tabique o una cortina: a un lado de la misma se encontraba el salón, donde residía el señor, celebraba banquetes e impartía justicia; al otro lado, el dormitorio, que era íntimo. Muy cerca existía una pequeña estancia para las sirvientas y, más allá, una habitación donde dormían juntos los niños de la casa -hermanos y hermanas-, además de una estancia calentada por el fuego donde las nodrizas cuidaban de los recién nacidos. Por último, en las plantas superiores se encontraban los puestos de vigía y las habitaciones de las hermanas mayores, a quienes se encerraba por la noche. Un corredor llegaba hasta la capilla, donde el capellán de la familia celebraba misa los domingos (Duby, 1995).<br /><br />Cerca del hogar se encontraba una construcción destinada a la preparación de comidas, con criadero de aves, saladeros para conservar los alimentos y fuegos para asar la carne y cocer los caldos (<span style="font-style: italic;">Ibídem</span>).<br /><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">4. El señor y los vasallos</span></span><br /><br />Dentro del castillo vivían permanentemente varias decenas de personas, incluyendo la familia conyugal del señor, algunos parientes, caballeros leales y criados. El castellano tenía derecho de bando sobre una serie de aldeas circundantes; es decir, podía dirigir, juzgar y gravar a los "villanos" -y comerciantes- que habitaban en -o transitaban por- ellas, que además le debían rentas y prestaciones gratuitas a cambio de sus servicios de justicia y seguridad. Para ayudarle en esta tarea, el señor contaba con un pequeño grupo de caballeros que residían y comían en su hogar; generalmente se trataba de parientes cercanos -hermanos menores, primos, etc.-, camaradas de infancia o caballeros de los alrededores que le habían sido confiados por sus padres. Éstos formaban la mesnada feudal en caso de expediciones militares y tomaban asiento en su salón a la hora de impartir justicia.<br /><br />Otros caballeros del distrito, que habían rendido homenaje al señor del castillo a cambio de un feudo con el que mantenerse, acudían periódicamente a las guardias de la fortaleza y se reunían en torno a la bandera del señor frente a los enemigos externos. Aunque se consideraban a sí mismos como iguales, eran en realidad vasallos del castellano. Su señor también estaba comprometido en relaciones de vasallaje con hombres más poderosos que él: así, Badouin de Ardres rendía homenaje al conde de Guines, que a su vez lo hacía del conde de Flandes y éste, finalmente, del rey de Francia. De ese modo, una densa red de homenajes permitía movilizar una cantidad importante de recursos militares en caso de emergencia. Sin embargo, como en ocasiones se rendía homenaje a distintos señores a la vez, los castellanos locales podían apoyar a unos contra otros intermitentemente para conservar su independencia (<span style="font-style: italic;">Ibídem</span>).Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-71516530250243825502011-06-17T10:32:00.000-07:002011-06-18T03:31:54.968-07:00El caballero medieval (I): estructuras plenomedievales<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://i.bnet.com/blogs/huffington-post-new-feudalism-post.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 172px; height: 177px;" src="http://i.bnet.com/blogs/huffington-post-new-feudalism-post.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Este fragmento forma parte de un trabajo que hice para clase sobre el caballero medieval este cuatrimestre. Confieso que, una vez terminado, las declaraciones de la introducción suenan un poco ambiciosas; por cuestiones de tiempo no he podido extenderme todo lo que quisiera en algunos puntos. Pero aun así creo que es una síntesis aceptable sobre el tema, que cumple con el propósito que me marqué: analizar el caballero medieval priorizando los aspectos materiales y etic (conductuales) sobre los aspectos espirituales y emic (mentales), desprendiéndome de la mística y la aureola romántica que rodea a estos hombres del pasado. Creo que el apartado sobre las 'estructuras' es uno de los más cuidados; precisamente porque la vida del caballero medieval responde, como cualquier acontecimiento de tiempo corto, a estructuras de largo alcance que conviene explicar.<br /><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">1. Introducción</span></span><br /><br />Para los románticos, la figura del caballero medieval encarna una época donde los valores espirituales pesaban más que la riqueza material; donde el honor, la generosidad y el arrojo eran atributos más valiosos que la razón. Otros vinculan el caballero medieval al ideal cristiano, pues se nos aparece siempre dispuesto a blandir su espada en defensa de los débiles y de la Iglesia. Sin duda, estas ideas tienen su fundamento real, pero transmiten una imagen sesgada de la historia. A través de su vida cotidiana, en este trabajo veremos que el comportamiento del caballero medieval, lejos de ser irracional, adquiere sentido como adaptación a un determinado contexto ecológico, demográfico y tecnológico. En la misma línea, veremos que detrás del significado religioso atribuido a cada aspecto de la vida caballeresca subyacen conductas anteriores al cristianismo, similares a las observadas en otras sociedades de jefatura.<br /><br />Con esta intención, dividiremos el trabajo en dos partes. En primer lugar, y a modo de introducción, una parte dedicada a las estructuras, donde se exponen los aspectos económicos, políticos y culturales relevantes para entender el comportamiento de un caballero medieval. En segundo lugar, la vida cotidiana del caballero propiamente dicha, tal y como se manifiesta en el norte de Francia entre los siglos XII y XIII. La mayor parte de las referencias corresponden al área comprendida entre el Loira y el Mosa, pero son aplicables, con más cautela, a los caballeros de Alemania occidental, Inglaterra y los reinos cristianos de la Península ibérica.<br /><br /><span style="font-size:180%;"> <span style="font-weight: bold;">2. Las estructuras</span></span><br /><br />Por encima de todo, la agricultura es "la industria más importante". Ésta se basaba en el cultivo de cereales y leguminosas y, de forma incipiente, en el cultivo de plantas especializadas como la vid y el lino. En el área franco-flamenca del siglo XIII, el crecimiento -y la concentración- de población había incentivado la desecación de marismas y la construcción de diques, pero con más frecuencia los incrementos en la producción agrícola tomaban la forma de nuevas colonizaciones de tierra o mayores inversiones de trabajo en las ya existentes. Las técnicas, que permanecieron relativamente estables en este período, descansaban en el uso de arados de madera -escasamente de metal, pero con un añadido importante: la reja de vertedera- tirados por bueyes, que removían poco la tierra y agotaban pronto su fertilidad. Por este motivo, se practicaba la rotación bienal y, escasamente, trienal, dejando gran parte del suelo sin cultivar. Apenas se empleaban abonos de origen animal (Duby, 1977).<br /><br /><a href="http://worldhistoryforusall.sdsu.edu/images/medieval-european-peasants.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 269px; height: 120px;" src="http://worldhistoryforusall.sdsu.edu/images/medieval-european-peasants.jpg" alt="" border="0" /></a>Las tasas de natalidad y nupcialidad eran altas, pero rebasaban a duras penas las también altas tasas de mortalidad, especialmente infantil. Dado que los métodos anticonceptivos eran pocos e ineficaces, el modo más común de controlar la población era el infanticidio, sobre todo femenino. Así, en Inglaterra, la tasa de masculinidad entre los jóvenes alcanzó una proporción de 130: 100 entre los años 1250 y 1358. "Como en la tradición judeocristiana (el infanticidio) se consideraba homicidio, los padres hacían todos los esfuerzos posibles para que la muerte de los hijos no deseados pareciera puramente accidental" (Harris, 1977). Probablemente, la preferencia por los varones deba atribuirse al empleo de arados, que requieren de notable fuerza física para remover convenientemente la tierra. Esto otorgaría considerable ventaja a las familias capaces de proveerse de individuos fuertes; y dado el dimorfismo sexual, la forma más rápida de hacerlo consistía en seleccionar a los varones sobre las féminas.<br /><br />La estructura familiar habitual era la familia conyugal, formada por el padre, la madre y los hijos. En el interior del hogar las tareas se dividían en función del sexo: los hombres adultos se encargaban de la asgricultura, el pastoreo, la guerra y las actividades comerciales, mientras que las mujeres se encargaban del cuidado de los animales domésticos, de la elaboración de prendas para uso doméstico, la lavandería, la preparación de alimentos y la crianza de los hijos (Morgan, 2000). El marido ejercía de cabeza de familia, y la ascendencia era patrilineal.<br /><br />Habitualmente, cada familia campesina cultivaba un <span style="font-style: italic;">mansus</span>, parcela suficiente para su sostenimiento de unas 13 hectáreas de extensión por término medio (Bloch, 1931), que estaba gravada con faenas gratuitas y prestaciones a beneficio del señor (Pirenne, 1986). Dado que se se calcula que un caballero del siglo XII no podía estar correctamente equipado a menos que explotase 150 hectáreas de terreno (Fossier, 2000), cada señorío debía contar con, al menos, 11,54 familias campesinas. Por encima de la familia conyugal existía el grupo de vecinos -en ocasiones fuertemente emparentados- y el linaje. Ambos garantizaban la reciprocidad entre individuos, distribuyendo así los riesgos de invalidez, enfermedades del ganado y malas cosechas, al tiempo que proporcionaban una base para organizar la rotación de cultivos y las transacciones comunes (Pirenne, 1986; Genicot, 1970).<br /><br />La nobleza hereditaria y los caballeros -dos grupos que por esta época ya tendían a confundirse- conservaron más estrechamente su estructura de linaje con el fin de mantener el control sobre la tierra, evitar los repartos de herencia desastrosos y cooperar militarmente frente a las amenazas -o las oportunidades- externas. No obstante, la forma de articulación típica era el contrato de vasallaje, que implicaba obligaciones mutuas de lealtad y protección entre señores y vasallos con fines esencialmente militares (Kleinschmidt, 2009). Junto con la difusión del estribo, el crecimiento demográfico, la presión sobre los recursos y el creciente valor económico de la tierra incentivaron la aparición de una casta guerrera dedicada a proteger a -y aprovecharse de- los productores directos, que adquirió privilegios militares, judiciales y fiscales. En ese sentido, los valores y la vida cotidiana del caballero franco entre los siglos XII y XIII no son más que una manifestación de esa estructura, aparentemente inmóvil para sus contemporáneos.<br /><br />Por otro lado, el norte de Francia y Flandes son, por esta época, áreas nucleares: su densidad de población es relativamente alta y cuentan con ciudades industriosas. Algo más de un siglo antes, los caballeros de esta región había extendido el hábito de los torneos (Duby, 1995), y ahora florecían en ese mismo lugar la arquitectura gótica, el escolasticismo y la novela artúrica, "impregnando con su aroma distintivo la civilización del siglo XIII" (Bartlett, 2003). Tal es el contexto donde vive nuestro caballero.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-35786900697380313662011-06-15T02:04:00.000-07:002012-11-13T04:47:48.454-08:00Datos sobre el comercio marítimo: la Antigüedad romana frente a la Edad Moderna<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQu6a6pYIP_rHYY7R2HmGrCWTmU1O6q8UvSO6djYlJu-Lqwvzhy0zAojifzDYOJfNs0v3O_43ZKIg62ggqHjSFAISFJfuOjM363aBMsExzIo0bIXj7PIejc_9Yjxr5So_dZRDq2bZyWTM/s320/images.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQu6a6pYIP_rHYY7R2HmGrCWTmU1O6q8UvSO6djYlJu-Lqwvzhy0zAojifzDYOJfNs0v3O_43ZKIg62ggqHjSFAISFJfuOjM363aBMsExzIo0bIXj7PIejc_9Yjxr5So_dZRDq2bZyWTM/s320/images.jpg" style="cursor: pointer; float: left; height: 169px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 239px;" /></a><br />
Puesto que la mayor parte del comercio preindustrial se realizaba por mar, el tonelaje de los barcos es un buen indicador del tráfico comercial.<br />
<br />
En el siglo II d. C., Luciano de Samosata nos habla de un barco de 1800 toneladas, llamado Isis, que transportaba grano desde Egipto hasta Roma; sin duda se trata de un contratista del Estado encargado de suministrar la <span style="font-style: italic;">anona</span> a la plebe urbana, pero da buena cuenta del nivel de actividad de la época.<br />
<br />
En contraste, los galeones españoles que hacían la Carrera de Indias durante el siglo XVI tenían un tonelaje que oscilaba entre 200 y 400 toneladas, si bien el límite máximo estaba fijado por ley, dado que los navíos de mayor tonelaje tenían dificultades para atravesar la barra de Sanlúcar, en el Guadalquivir, poco antes de llegar a Sevilla. En esta época, "un navío de 1000 toneladas era un extraño gigante", nos dice Braudel; probablemente también lo era la Isis de época romana. Pero sabemos que existían: navíos portugueses que ponían rumbo hacia África o la India, genoveses que hacían el camino de Brujas o venecianos que acudían al Levante Sirio-Palestino en busca de especias.<br />
<br />
No obstante, la norma en el Mediterráneo hasta época reciente han sido los navíos pequeños, de 100, 50 o menos toneladas.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-47452020047809079742011-06-06T13:38:00.000-07:002011-06-07T02:26:10.521-07:00Similitudes entre los bunyoro y el Egipto antiguo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://t2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTJfTXGY7UlCWuyyRLi-wkzLkgXJRZ1nMGPmWil7YXQbze-GtM0&t=1"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 198px; height: 122px;" src="http://t2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTJfTXGY7UlCWuyyRLi-wkzLkgXJRZ1nMGPmWil7YXQbze-GtM0&t=1" alt="" border="0" /></a><br />Vía Marvin Harris llego a una descripción del Estado bunyoro, una civilización precolonial ubicada en la zona lacustre de la actual Uganda que presenta paralelismos interesantes con el Antiguo Egipto. Si la clave de éste último era la "trampa hidráulica" (el contraste ecológico entre el valle del Nilo y los desiertos circundantes), el área de los bunyoro cuenta con zonas lacustres y fluviales frente a grandes extensiones de sabana, aunque el contraste ecológico y la fertilidad de las tierras son menores.<br /><br />Para el Egipto del Imperio Nuevo (siglos XVI-XI a. C.), Baer plantea una densidad media de población de 184 personas por kilómetro cuadrado -oscilando entre 75 y 500 personas según la zona-, mientras que Beattie calcula para la zona bunyoro en el siglo XIX una densidad de población de 12,5 personas por kilómetro cuadrado. A pesar de las diferencias, explicables en gran parte como consecuencia de la extraordinaria fertilidad del valle del Nilo, sus similitudes ecológicas condujeron a una organización política y económica similar (la negrita es mía):<br /><blockquote>Dirigidos por un <span style="font-weight: bold;">gobernante hereditario</span> llamado mukama, los bunyoro totalizaban aproximadamente 100.000 habitantes, ocupaban una zona de 5000 millas cuadradas de esa parte de la región lacustre central del este de África que hoy se conoce como Uganda y se ganaban la vida, principalmente, <span style="font-weight: bold;">cultivando mijo y plátanos</span>. Los bunyoro estaban organizados en una sociedad feudal y, sin embargo, auténticamente estatal. El mukama no era un simple jefe redistribuidor sino un rey. El privilegio de utilizar todas las tierras y los recursos naturales era una concesión otorgada por el mukama a alrededor de una docena de jefes, que después traspasaban la concesión a los plebeyos. <span style="font-weight: bold;">A cambio de esta concesión, cantidades de alimentos, artesanía y servicios laborales se encaminaban a través de la jerarquía de poder hasta el cuartel general del mukama</span>. A su vez, el mukama dirigía la utilización de esos bienes y servicios en nombre de las empresas estatales. (...).<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Mediante su control sobre los almacenes centrales de cereales mantenía una guardia palaciega permanente y colmaba de recompensas a los guerreros que mostraban su valentía en el combate y lealtad a su persona</span>. El mukama también dedicaba una proporción considerable de su tesoro a lo que hoy llamaríamos "la creación de imagen" y las relaciones públicas. Se rodeaba de numerosos funcionarios, sacerdotes, hechiceros y servidores tales consagrados a la custodia de las lanzas, de las <span style="font-weight: bold;">tumbas reales</span> (...). También estaban presentes el amplio harén del mukama, sus numerosos hijos y las familias políginas de sus hermanos y otros personajes reales. </blockquote>La clave del paralelo está en la existencia de una economía palatina basada en el almacenamiento centralizado y a gran escala, imprescindible para distribuir el riesgo de malas cosechas y sostener a una casta de funcionarios, militares y artesanos; en la delegación del gobierno provincial a los jefes locales, encargados de cobrar tributo (recuerdan a los <span style="font-style: italic;">nomarcas</span> y sumos sacerdotes egipcios) y en la relativa sacralización del poder (el monarca se atribuye poderes sobre la naturaleza y se le rinde culto tras su muerte). El papel político del harén real también es una similitud interesante.<br /><br />Y hasta aquí puedo leer. Me reservo para otro capítulo explicar el por qué de esta "economía palatina" en casi todos los Estados prístinos, desde el Próximo Oriente hasta Sudamérica.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-50030169397659608062011-05-16T10:48:00.000-07:002011-05-16T11:57:23.620-07:00Apuntes sobre la explotación agraria en la Grecia clásica<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWQPp9LdWFCZE_1UhEvypm_AJaaDNYHndr3FcXWmYwVvDWPagfrj-Zi9ynDyRNHEYz9l34LRurU3qHeo3XUW-hBTFUxlScd5RygwMs_cG2rsA-qEQrrRpUDLgq3tNbigz4l2OapGddmnTE/s1600/mapa+de+grecia.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 152px; height: 190px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWQPp9LdWFCZE_1UhEvypm_AJaaDNYHndr3FcXWmYwVvDWPagfrj-Zi9ynDyRNHEYz9l34LRurU3qHeo3XUW-hBTFUxlScd5RygwMs_cG2rsA-qEQrrRpUDLgq3tNbigz4l2OapGddmnTE/s320/mapa+de+grecia.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5607384182052440130" border="0" /></a><br />Todavía no lo he leído, pero <span style="font-style: italic;">The Other Greeks: The Family Farm and the Agrarian Roots of Western Civilization</span> promete. Aunque no me gusta demasiado el tono presentista del título (supongo que cosas de la editorial), parece que trata explícitamente la conexión entre la pequeña explotación agraria y las instituciones griegas (la negrita es mía):<br /><blockquote>Victor Hanson shows that the real Greek revolution was not merely the rise of a free and democratic urban culture, but rather the historic innovation of the independent family farm. The farmers, vinegrowers and herdsmen of ancient Greece are the other Greeks, who formed the backbone of Hellenic civilization. <span style="font-weight: bold;">It was these tough-minded, practical and fiercely independent agrarians</span>, Hanson contends, w<span style="font-weight: bold;">ho gave Greece culture its distinctive emphasis on private property, constitutional government, contractual agreements, infantry warfare and individual rights</span>. </blockquote>Para mí todavía es un misterio la transición del modo de producción palatino de época micénica, muy similar a los sistemas del Próximo Oriente, donde las tierras eran propiedad del palacio y/o estaban sometidas a prestaciones de todo tipo (en especie y trabajo), al modo de producción típico de época clásica, donde la tierra era privada, estaba distribuida entre gran parte de la población y sus propietarios disfrutaban de amplios derechos civiles y económicos. Enumerar las etapas que van de un período a otro es fácil; no lo es tanto explicar por qué Grecia se apartó del camino seguido por otras culturas del Mediterráneo oriental, cuando hasta el Bronce reciente era tan similar a ellas.<br /><br />Intuyo que existe una razón ecológica para la pequeña explotación: puede que no exista ventaja en la construcción y el mantenimiento de infraestructuras hidráulicas dado el régimen de lluvias y la topografía griega, ni sea necesario el almacenamiento a gran escala, dado que el mercado puede movilizar los excedentes de una costa a otra en épocas de escasez. Esto mitigaría la dependencia de los campesinos griegos respecto a las "grandes organizaciones" estatales, dotándoles de mayor libertad que sus homólogos egipcios o mesopotámicos. No obstante, esta explicación (sobre todo en su segundo punto) abre nuevos interrogantes que es necesario responder.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-29926856144833496782011-04-24T05:48:00.001-07:002011-05-24T06:34:33.311-07:00El valor económico de la tierra y las causas de la guerra<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.joevenusartist.com/Images/The-Hunter-of-San-Rafael-sm.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 190px; height: 133px;" src="http://www.joevenusartist.com/Images/The-Hunter-of-San-Rafael-sm.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Varios apuntes rápidos:<br /><br />1. La aparición de la guerra como un fenómeno generalizado, distinto de las agresiones puntuales, implica que la tierra ha adquirido valor económico; es decir, que de su posesión depende la satisfacción de alguna necesidad humana. Cuando la población es escasa y la tierra abundante, el valor económico de una unidad de tierra es cero y, por lo tanto, se puede renunciar a ella sin renunciar a necesidad alguna. Por este motivo, las sociedades cazadoras-recolectoras simples tienden a evitar la guerra desplazándose a otros territorios cuando son atacadas, al tiempo que los grupos agresores tienden a ser escasos.<br /><br />2. Conforme aumenta el valor económico de la tierra aumentan los incentivos para la guerra, puesto que de su posesión depende la satisfacción de necesidades humanas más apremiantes.<br /><br />3. La guerra aparece cuando los beneficios de explotación de una parcela superan los costes de defender tal parcela de agresiones externas; es decir, cuando la resistencia es más económica que la migración. En otros términos, podríamos decir que la guerra aparece cuando la intensificación económica o la explotación de recursos altamente productivos ha llegado a tal punto que su producción total, menos los costes de defensa, es superior a la producción total de cualquiera de las tierras alternativas. Por ejemplo, si los beneficios de explotación de un valle, descontado el coste de construir murallas, terraplenes y armas (además del tiempo empleado en la guerra), son superiores a los beneficios que podrían obtenerse de la explotación en las estepas y montañas circundantes, es previsible que los habitantes de tal valle tiendan a fijarse al territorio e invertir en su defensa frente a los habitantes de las estepas. Si los costes de defensa merman los beneficios de explotación del territorio por debajo de los beneficios que se obtendrían en los territorios circundantes (algo muy probable donde la densidad demográfica es muy baja), la estrategia más probable es la migración a tales áreas.<br /><br />Cabe distingur esta explicación del clásico argumento basado en la presión sobre los recursos. En ocasiones, un aumento en el valor económico de la tierra no implica que de su posesión dependa la supervivencia de la comunidad (aunque con frecuencia ambas situaciones aparezcan asociadas); sólo significa que su posesión otorga alguna ventaja a su poseedor que no podría obtener de otro modo. Esto bastaría para despejar la confusión acerca de los orígenes de la guerra donde, aparentemente, no existía presión sobre los recursos en sentido estricto, como el Egipto predinástico (IV milenio a. C.) [1].<br /><br />Dado que existe una estrecha correlación entre la densidad demográfica y el tamaño de las unidades políticas (aunque existen notables excepciones que deben ser explicadas, como los estados comerciales), podemos intuir que el aumento en el valor económico de la tierra es una de las principales causas de la guerra. No es casual que las primeras evidencias arqueológicas generalizadas de agresión entre humanos daten del Mesolítico.<br /><br />-------<br /><br />[1]: Todavía este caso es discutible, puesto que sí se ha correlacionado el aumento de la conflictividad con una disminución de las áreas de explotación debido a cambios climáticos.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-66918767991734836652011-04-16T03:57:00.000-07:002011-04-16T05:49:00.217-07:00El caballero franco visto por los árabes<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://gb.fotolibra.com/images/previews/49112-crusader-knight-on-horseback-illustration.jpeg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 164px; height: 156px;" src="http://gb.fotolibra.com/images/previews/49112-crusader-knight-on-horseback-illustration.jpeg" alt="" border="0" /></a><br /><span style="font-style: italic;">"Mi señor, soy caballero a la manera de mi raza y mi familia."</span> - Osama Ibn Munqidh.<br /><br />En un librito de Trebor Cains sobre los caballeros medievales me encuentro un texto de Ibn Munqidh (1095-1198), un sirio que vivió el apogeo de los reinos cruzados de Tierra Santa, a mediados del siglo XII. En su relato transmite lo que probablemente era la perspectiva común de los árabes sobre los invasores <span style="font-style: italic;">francos</span> -es decir, cristianos de Occidente-. Pego algunos fragmentos:<br /><blockquote>Los francos (¡Alá los maldiga!) no tienen ninguna virtud, excepto la valentía. Sólo los caballeros tienen cierta importancia y superioridad entre ellos. En realidad, ellos son los únicos que cuentan. También están considerados como los árbitros de los consejos, los juicios y las decisiones. (...). Así, una vez que los caballeros han anunciado su decisión, ni el rey ni cualquier otro jefe de los francos puede alterarla o suavizarla, tal es la importancia de los caballeros a sus ojos (...).<br /><br />¡Alabado sea Alá, creador y autor de todas las cosas! Pues quien conoce a los francos y todo lo que a ellos se refiere no puede menos que glorificar y santificar a Alá el Todopoderoso; pues<span style="font-weight: bold;"> no son más que animales, superiores en su valentía y en su dedicación a la lucha, pero en nada más, igual que las bestias son superiores en fuerza y agresividad</span>.<br /></blockquote>Su perspectiva recuerda a la de Heródoto, cuando habla del "loco heroísmo" de los cántabros y, en general, a la de muchos otros relatos de griegos y romanos que describen a los pueblos bárbaros de la periferia mediterránea (celtas, germanos, escitas, etc.); egipcios y mesopotámicos repiten tópicos similares acerca de los libios, semitas y montañeses de los Zagros. Las civilizaciones urbanas, comerciales y con una densidad demográfica elevada tienden a considerar el comportamiento de sus vecinos en términos étnicos ("no son más que animales"), tomando como biológico lo que es puramente cultural, derivado de unas condiciones ecológicas, demográficas y tecnológicas determinadas. En cualquier caso, es interesante notar que, desprovisto de su estética impresionante, el caballero medieval occidental se nos presenta mucho menos brillante de lo que nos transmite la cultura popular europea.<br /><br />Por otro lado, es destacable la observación de Munqidh acerca del contrapeso de poderes entre el rey y los caballeros, pues esta peculiaridad terminaría dotando al Occidente europeo de instituciones más estables y derechos de propiedad más seguros; condiciones <span style="font-style: italic;">sine qua non</span> del desarrollo económico a largo plazo. En los estados islámicos, las penas y los códigos nos aparecen como más civilizados, pero la ausencia de contrapesos hizo su aplicación mucho más arbitraria: los magistrados urbanos (en especial el <span style="font-style: italic;">qadí</span>, encargado de la justicia) eran designados por el Estado central, las ciudades y los estamentos carecían de representación política, etc.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-81386678715975346392011-04-05T07:48:00.000-07:002011-04-28T05:41:22.047-07:00El banquete en cuatro sociedades de jefatura<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.englishheritageimages.com/image/a-celtic-feast-j950022_472695.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 201px; height: 180px;" src="http://www.englishheritageimages.com/image/a-celtic-feast-j950022_472695.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Cuando tenga más tiempo ampliaré el post, pero provisionalmente me gustaría señalar las similitudes entre los banquetes practicados por cuatro sociedades distintas: los griegos de la Edad Oscura, los celtas, los caballeros de la cristiandad latina y los indios de la costa noroeste de Norteamérica. Este registro, aunque breve, muestra cómo los elementos superestructurales tienden a convergir cuando la estructura productiva, ecológica y demográfica es similar.<br /><br /><br /><span style="font-weight: bold;font-size:130%;" >Caso 1: los griegos de la Edad Oscura (siglo VIII a. C.)</span><br /><br />Extraído de S. B. Pomeroy et al., <span style="font-style: italic;">La Antigua Grecia: historia política, social y cultural</span>, p. 84:<br /><blockquote>Por lo general, <span style="font-weight: bold;">un jefe recluta a sus seguidores celebrando un gran banquete, en el que demuestra que es un gran caudillo, y con el que estrecha los lazos existentes entre él y sus seguidores</span>. Por ejemplo, Ulises, fingiéndose un caudillo guerrero originario de Creta, cuenta cómo realizó una incursión de saqueo en Egipto. Tras armar nueve naves, dice que reunió a su séquito, "y en mi casa seis días comiendo estuvieron aquellos mis leales amigos (<span style="font-style: italic;">hétairoi</span>): les daba sin duelo mis reses, que a los dioses sirviesen de ofrenda y festín para ellos. Embarcados, al séptimo día levamos de Creta (Odisea, XIV, 247-252).</blockquote><br /><span style="font-weight: bold;font-size:130%;" >Caso 2: los celtas de la Segunda Edad de Hierro (s. IV a. C. - VI d. C.)</span><br /><br />Extraído de H. Hubert, <span style="font-style: italic;">Los celtas: forjadores de la Europa moderna</span>, p.496:<br /><blockquote>Los cambios ceremoniales de regalos tienen tal importancia en estas sociedades que llegan a efectuarse por sí mismos, a constituir de por sí ocasiones de fiesta, creando la puja, el desafío, la ostentación y la competencia entre los individuos y los grupos. Hay que imaginarse a estas sociedades reunidas en invierno, y concentrando en este período su liturgia, empleando una buena parte de la mala estación en el <span style="font-weight: bold;">intercambio de festines ostentatorios, preparados con anticipación y en un continuo juego de bolsa que siempre va al alza y en el que ganancias y pérdidas se saldan con valores sociales, consideración, rango, posesión de blasones</span>.<span style="font-size:130%;"></span></blockquote><span style="font-size:130%;"><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Caso 3: los caballeros de la cristiandad latina (siglos XII-XIII d. C.)</span></span><br /><br /><br />Extraído de Georges Duby, <span style="font-style: italic;">El siglo de los caballeros</span>, pp. 128, 129:<br /><blockquote><span style="font-weight: bold;">El prestigio de un señor se medía por el número de personas que conseguía reunir a su alrededor y alimentar</span>. (...). Cada comida era una ceremonia, la del buen entendimiento entre todos. Uno de los vasallos de Arnoul hacía de maestro de ceremonias. Como en las casas de los mayores príncipes, desempeñaba el oficio de "senescal". Su papel era, al principio, derramar asgua en las manos de los invitados (porque éstos comían con los dedos). Luego, cortar las viandas traídas de las cocinas. Finalmente, repartir los trozos en anchas rebanadas de pan que servían de platos. Los escuderos llenaban de vino unas pocas copas que los comensales se pasaban de mano en mano. A veces, los juglares alegraban el festín. Para que todos se sintieran felices, Arnoul velaba para que se sirviera el pan más blanco, para que no se escatimase la pimienta ni todas las especias olorosas importadas del lejano Oriente. Quería que los platos fuesen sabrosos. Quería que corriese a raudales el vino de la mejor calidad. Y <span style="font-weight: bold;">para que las gentes de su casa le sirvieran de buena gana, para que los visitantes recordasen durante mucho tiempo su acogida y difundiesen por todas partes la fama de su largueza, enviaba a comprar a las ferias los hermosos paños</span> que se tejían en las ciudades de Flandes y de Artois, <span style="font-weight: bold;">y los ofrecía como regalo a sus amigos con el fin de que la alegría estuviera siempre presente en torno a su persona</span>.</blockquote><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-weight: bold;">Caso 4: los indios de la costa noroeste de Norteamérica (siglo XIX d. C.)</span></span><br /><br /><br />Extraído de A. W. Johnson y T. Earle, <span style="font-style: italic;">La evolución de las sociedades humanas</span>, p. 222:<br /><blockquote>Los grandes hombres (jefes) son los promotores de las grandes ceremonias interregionales como el <span style="font-style: italic;">potlatch</span>. Infinidad de sucesos pueden justificar las ceremonias, entre ellos los numerosos eventos del ciclo vital de la familia de un gran hombre: nacimientos, ceremonias de nombramiento, etc. Sin embargo, lo que determina si una ceremonia se celebra o no es el monto de riqueza que un gran hombre ha acumulado. Éste la organizará sólo si tiene una amplia riqueza, puesto que otros grandes hombres no tardarán en ridiculizarlo si su festín no es lo bastante suntuoso. <span style="font-weight: bold;">Un objetivo primario es el de hacer público el éxito del grupo y, de este modo, atraer la mano de obra [N: también guerreros] que el gran hombre necesita para explotar los recursos e incrementar la riqueza que tiene a su disposición</span>. (...) son ocasiones para que los grandes hombres compitan por el prestigio, regalando riqueza e incluso destruyéndola. La envidia y la humillación forman parte del festín. </blockquote>Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-19288951451404346282011-04-04T08:25:00.001-07:002011-04-06T05:24:11.012-07:00Balance de la Revolución francesa<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.seattlecatholic.com/images/articles/FrenchRevolution.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 194px; height: 129px;" src="http://www.seattlecatholic.com/images/articles/FrenchRevolution.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Vía Ángel Martín Oro llego a <a href="http://www.people.fas.harvard.edu/%7Ejrobins/researchpapers/unpublishedpapers/jr_consequeces_frenchrev.pdf"><span style="font-style: italic;">The Consequences of Radical Reform: The French Revolution</span></a>, una interesante estudio que pasa revista a los resultados de la invasión napoleónica en diferentes estados europeos (en especial, de Alemania). Los autores observan cierta correlación entre presencia napoleónica y desarrollo económico a largo plazo (medido a partir de las tasas de urbanización), concluyendo que la invasión tendió a promover instituciones más eficientes en detrimento de los sectores privilegiados. Os pego el abstract:<br /><blockquote>The French Revolution of 1789 had a momentous impact on neighboring countries. The French Revolutionary armies during the 1790s and later under Napoleon invaded and controlled large parts of Europe. Together with invasion came various radical institutional changes. French invasion removed the legal and economic barriers that had protected the nobility, clergy, guilds, and urban oligarchies and established the principle of equality before the law. The evidence suggests that areas that were occupied by the French and that underwent radical institutional reform experienced more rapid urbanization and economic growth, especially after 1850. There is no evidence of a negative effect of French invasion. Our interpretation is that the Revolution destroyed (the institutional underpinnings of) the power of oligarchies and elites opposed to economic change; combined with the arrival of new economic and industrial opportunities in the second half of the 19th century, this helped pave the way for future economic growth. The evidence does not provide any support for several other views, most notably, that evolved institutions are inherently superior to those 'designed'; that institutions must be 'appropriate' and cannot be 'transplanted'; and that the civil code and other French institutions have adverse economic effects.</blockquote>Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-273780854074525774.post-11721440242226811702011-03-31T11:22:00.001-07:002011-04-01T03:40:09.853-07:00El materialismo cultural de Marvin Harris<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://www.filosofia.org/ave/001/a114.jpg"><img style="float: left; margin: 0pt 10px 10px 0pt; cursor: pointer; width: 161px; height: 188px;" src="http://www.filosofia.org/ave/001/a114.jpg" alt="" border="0" /></a><br />Muchos historiadores idealistas podrían objetar sobre la utilidad de enfatizar las "condiciones materiales de existencia", ¿es realmente necesario? ¿No son igualmente válidos otros enfoques? Marvin Harris responde genialmente en <span style="font-style: italic;">Cultural Materialism</span> (1979):<br /><blockquote>Como todas las bioformas, los seres humanos deben consumir energía para obtener energía (y otros productos para mantener la vida). Y como todas las bioformas, nuestra capacidad de producir niños es mayor que nuestra capacidad de obtener energía para ellos. La prioridad estratégica de la infraestructura se apoya en el hecho de que los seres humanos no pueden cambiar estas leyes. Sólo podemos buscar el equilibrio entre la reproducción y la producción y consumo de energía. (...). En otras palabras, la infraestructura es la principal superficie de contacto entre naturaleza y cultura, el límite a través del cual las restricciones ecológicas, químicas y físicas a las que está sujeta la acción humana se interrelacionan con las principales prácticas socioculturales destinadas a superar o modificar dichas restricciones.</blockquote>A continuación, añade:<br /><blockquote>Otorgar prioridad estratégica a la superestructura mental, como defienden los idealistas, es una mala apuesta. A la naturaleza le es indiferente que Dios sea un padre amante o un caníbal sanguinario. Pero a la naturaleza no le da lo mismo que el período de barbecho de un campo cultivado por el método de roza sea de un año o de diez. Sabemos que existen poderosas restricciones en el nivel estructural; de ahí que no nos equivoquemos al apostar que estas limitaciones pasan a los componentes estructurales y superestructurales.</blockquote>De acuerdo con esto, propone un esquema tripartito que, aunque inspirado en el materialismo histórico, incorpora más variables y supera muchas de sus inconsistencias.<br /><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">1) Infraestructura</span></span><br /><br /><ul><li><span style="font-weight: bold;">Modo de producción</span>: la tecnología y las prácticas empleadas para expandir o limitar la producción de subsistencia básica, dadas las restricciones y oportunidades proporcionadas por una tecnología específica que se interrelaciona con un hábitat específico. Algunos términos clave son "tecnología de subsistencia", "relaciones tecno-ambientales", "ecosistemas" y "modelos de trabajo".</li><li><span style="font-weight: bold;">Modo de reproducción</span>: la tecnología y las prácticas empleadas para aumentar, limitar y mantener el tamaño de la población. Sus términos clave son "demografía", "pautas de emparejamiento", "fertilidad,", "natalidad", "mortalidad", "anticoncepción", etc.</li></ul><br /><span style="font-weight: bold;font-size:180%;" >2) Estructura</span><br /><br /><ul><li><span style="font-weight: bold;">Economía doméstica</span>: la organización de la reproducción y la producción, intercambio y consumo básicos en campamentos, casas, apartamentos u otros contextos domésticos. Los términos clave son "estructura familiar", "socialización" doméstica, "roles sexuale y de edad", "disciplina, jerarquías y sanciones domésticas", etc.</li><li><span style="font-weight: bold;">Economía política</span>: la organización de la reproducción, producción, intercambio y consumo dentro y entre familias, pueblos, jefaturas, estados e imperios. Sus términos clave son "organización política", "asociaciones", "corporaciones", "división del trabajo", "sistema tributario", "socialización política", "jerarquías", "clases", "castas", "control político-militar", "guerra", etc.</li></ul><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">3) Superestructura </span></span><br /><br /><ul><li>Está compuesta por el arte, la música, la publicidad, los deportes, la ciencia, etc.</li></ul><br />Además, cada uno de estos niveles tiene una <span style="font-weight: bold;">cara emic o mental</span>: la infraestructura puede implicar tabúes alimentarios; la estructura se refuerza mediante ideologías de parentesco, políticas o religiosas, etc.<br /><br />Nótese cómo la estrategia de Marvin Harris sortea casi todas las objeciones que pusimos al <a href="http://societasmaris.blogspot.com/2011/02/el-materialismo-historico-una_09.html"><span style="font-style: italic;">materialismo histórico</span></a>, en especial las referidas a la geografía, la demografía, la tecnología militar y el Estado. Sólo apuntaría que existe una relación más dialéctica entre tecnología y organización política de lo que se desprende del análisis de Harris. Es cierto que, por ejemplo, dado un tipo de arado la productividad de las distintas parcelas y el coste de las diferentes manifestaciones políticas, ideológicas, etc. está determinado, pero la Revolución agraria inglesa del siglo XVIII presupone ciertas condiciones institucionales que incentivan la innovación en una determinada dirección. Y así sucede en muchos otros casos.<br /><br />Personalmente, cuanto más profundizo en la historia y en la antropología más percibo que las similitudes diacrónicas y diatópicas sólo son comprensibles adoptando una perspectiva materialista; aunque los individuos son libres para actuar como deseen, es muy probable que terminen comportándose de forma similar cuando se someten a costes y beneficios similares.<br /><br />Por suerte, en el ámbito de la historia y la arqueología no estamos tan rezagados esta vez: véase, por ejemplo, <span style="font-style: italic;">Early Hydraulic Civilization in Egypt</span> de Karl W. Butzer.Víctor L.http://www.blogger.com/profile/08329252835474175293noreply@blogger.com0